martes, 28 de julio de 2009

Pesadilla de baja intensidad

Este sueño se ha ido convirtiendo en pesadilla, aunque de baja intensidad. Estaba en una especie de reunión familiar cuando ha aparecido una chica que se me ha hecho conocida y la he identificado como una prima. Curiosamente la única prima a la que no he visto en mi vida, ni en fotografía. Luego ha llegado otra prima, ésta bien conocida, que me ha expresado (sin llegar a hablar) su descontento por no haberme puesto en contacto con ella. Yo, preocupado, le he indicado, también sin palabras, que esperara un momento y he pasado a otra habitación para escribirle en un papel mis números de teléfono. Ahora me encontraba en la casa de otros primos (saltando de la rama materna a la paterna). Buscaba algo donde escribir y nada me acababa de parecer adecuado. Mi hermano (siempre la familia) me ayudaba y al ver un cuaderno le decía que me pasara una hoja. Era papel pautado (¿se dice así?) así que era justo lo que necesitaba. Al pasarme la hoja mi hermano resulta que había repasado con un bolígrafo las líneas horizontales y verticales. Escribir encima sería una chapuza. Seguía buscando y escribía el número del móvil en un papel de periódico (aprovechando el espacio libre de un anuncio a toda página) pero me equivocaba o me salía torcido. No encontraba papel, el bolígrafo manchaba, la ansiedad crecía. Estaba cada vez más convencido de que no sería capaz de pasarle la nota con los teléfonos a mi pobre prima...

sábado, 18 de julio de 2009

Colores

El hombre es el animal que juega con las palabras. Ése, ése soy yo. Paul Auster en "El palacio de la luna" cuenta un irónico diálogo entre el estudiante descuidado y su casero. Aduce el estudiante ante el desastrado aspecto de la cocina que su decorador está de vacaciones y que el tono azul huevo de petirrojo (robin's egg blue) de la pared no pega con las baldosas del suelo. Por razones que desconozco el traductor optó por cambiar ese tono azul (uno de los dieciseis tonos de azul estandarizados, supongo) por un "rosa de pitiminí". Lógicamente tampoco hacía juego con las baldosas.

viernes, 3 de julio de 2009

Benedetti

Murió Benedetti, como suele suceder, y a pesar de su trayectoria larga, admirada, icónica; no le conocí. Lo intenté, lei un libro suyo; pero resultó una especie de resto de serie, publicado seguramente por interés de la editorial, un conjunto de escritos sin demasiada fuerza. Se murió de viejo Benedetti y ya fue tarde para admirarle. Debe haber un poema de Benedetti para cada ocasión, y si no lo hay para alguna eventualidad especialmente complicada, le adjudicarán uno de lo más conveniente. Todo el mundo admira a Benedetti y yo me siento algo desamparado porque llegué tarde. No puedo citar ni un verso suyo, y de verdad que me hubiera gustado poder hacerlo. Queremos tanto a Benedetti...