martes, 18 de noviembre de 2014

Malahide

Playas del mundo, muchas, miles. Todas las playas son hermosas, que menos que apreciarlas cuando el mar (los mares) se ha tomado eones de años para dárles forma. A mí me gustan las playas... vacías. Si ya tienes arena, agua, viento y cielo, ¿para qué quieres gente?. O mejor dicho, ¿para qué quieres tanta gente?. Alguna gente es necesaria, rectifico. Puedo hablar de pocas playas, he estado en pocas playas y una de las más lejanas es Malahide. Me gusta el nombre. La playa de Malahide está en Irlanda, cerca de Dublín y estuve allí una vez. Recuerdo la arena húmeda, dura y la gente (ni mucha ni poca) andando y jugando a la pelota. ¿Alguna cometa?, puede. Era verano y aunque no hiciera especialmente calor me bañé en la playa de Malahide. Y el agua estaba buena o yo era muy joven. Faltaba poco para que cumpliera 17 años. Al quedarme en traje de baño Seamus, el chaval de diez años de la familia donde estaba, se sorprendió antes mis piernas peludas. En aquella tierra de lampiños o de pelusillas pelirrojas mi vello oscuro destacaba. Seamus extendió la mano y me tocó los pelos de la pierna y yo hice un gesto de quita esa mano, es que no has visto nunca una pierna de ¿hombre?.

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