lunes, 19 de octubre de 2015

Cartas a Vera

Vera era (bien empezamos) la esposa de Nabokov. A lo largo de muchos años, más de cincuenta, Vera y Vladimir intercambiaron un buen montón de cartas. La última data de hace ya otros cuarenta años. Tras mucho trabajo de transcripción, traducción, anotación y edición se han publicado en forma de libro. Lo primero que sorprende es el grosor; setecientas páginas de letra pequeña. ¿Era habitual entonces escribirse tanto?. Pensando en el número de cartas que puede intercambiar un matrimonio hoy en día, la cifra que se me ocurre es cero. Bueno, son otros tiempos y la gente ahora está en contacto permanente, es cierto. Sin embargo una carta (un correo electrónico) lleva una carga expresiva de una categoría distinta a la de la comunicación verbal o la de los mensajes instantáneos del ciberespacio. En una carta se dicen, se cuentan, otras cosas. O se cuentan las mismas cosas pero de otra manera (lo que las hace distintas). Me impresiona esta colección de escritos que retratan en particular un matrimonio y en general una época, o más bien todo un mundo. Me impresiona poder leer lo que un hombre (aunque no uno cualquiera, el escritor Vladimir Nabokov) escribió, escogiendo sus palabras, para una única lectora.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No puedo hablar de literatura, sólo de la vida y, más bien de la mía. Pero la última vez que recibí una carta (correo postal) fue de una ex-pareja para darme las gracias. Las gracias por haber sacado por la impresora una solicitud con la que pudo optar a un puesto de trabajo. "No hay de qué", contesté para mis adentros. Terminó en el cubo de la basura, ¿sabes?

Quizás el mérito sea de esa mujer llamada Vera, por tratar de conservar todas aquellas cartas durante tantos años, que imagino serían divinas. Para él, escribir no era tan difícil. (Sospecho que había algo raro).

En mi caso, sucede lo contrario: conservo todas las cartas y notas que hace algunos años escribí para mi marido. Era mi manera de comunicarme pues hablando no nos entendemos (había algo raro, jiji). Las arrugué y recuperé de la papelera; las rompí y reconstruí con cinta adhesiva. Ahora,las colecciono. Me sorprende encontrármelas entre las facturas de la luz, los folletos turísticos y periódicos caducados.

Desde que era adolescente "me nacía" escribir para los demás. Sin embargo, con el paso de los años soñaba con que alguien escribiera para mí, aunque fuera algo breve...algo que pudiera guardar con cariño y releer. Aunque, escribir para sí mismo es un ejercicio de autoayuda buenísimo.

Nunca dejes de escribir en este blog, por favor. Es como una terapia. Cuando me encuentro mal y necesito desconectar, rezo por que hayas escrito un nuevo post. Y es que me sirve de gran ayuda: 1) confirmo que sigues vivo 2)leo, aprendo inglés, me culturizo y pienso, me río y/o lloro.

Este blog se ha convertido en mi libro de cabecera. Lástima que no lo pueda tener en la mesita de noche. ¡Te compro tu libro si lo editas!

Javier dijo...

Gracias por tu comentario. Como García Márquez escribo para que me quieran, aunque me va pareciendo que sólo puedo escribir lo que a mí me gusta, y no lo que pueda pensar que va a gustar a los demás (o a esos pocos demás que puedan llegar a leerme). Y estoy de acuerdo en que escribir (y leer) es bueno para la salud. ¡Chin chin!.