martes, 5 de abril de 2016

Cambio de coche

My car. Poseo un coche, tipo familiar, con sus buenos miles de kilómetros y sus buenos años de antigüedad (no voy a poner "edad" a esa cosa inanimada). Acabo de pasar la ITV. Digo, la acaba de pasar el coche. O sea, acabo de llevar el coche a que pase la ITV (ya que no sabe hacer nada solo). He tenido un pequeño contratiempo porque cuando el empleado me ha dicho que pise a fondo el acelerador, una densa nube de humo negro procedente del tubo de escape ha ocultado el sol. Fallo grave. De vuelta al taller (donde diligentemente acababa de pasar la revisión) me explican que es normal en coches diesel, que el truco es acelerar previamente unas cuantas veces lejos de las miradas curiosas de los técnicos de la ITV. Cuando el humo negro ha remitido lo suficiente ya puedes pasar la inspección sin problemas. Me pregunto si debería comprar un coche nuevo y valoro la posibilidad de adquirir uno de segunda mano. Un vecino lo hace como norma y siempre conduce un coche de alta gama. Un BMW o así. Me hace cierta ilusión conducir un BMW. Claro que un BMW de segunda mano resulta que cuesta parecido a otro modelo más modesto nuevo. Ahora bien, ese modelo más modesto de segunda mano puede costar la mitad que el mismo modelo nuevo. Eso sería un ahorro, sí señor. Aunque, me acabo de dar cuenta de que lo puedo conseguir más barato. Gratis de hecho. Me voy a vender a mí mismo mi coche actual por una cantidad simbólica de un euro (si no sería una donación con vete a saber que implicaciones en mi declaración de renta). Así seré el feliz poseedor de un coche de segunda mano de gama media, con la ITV al día y sin gastar un euro. Bueno gastando un euro simbólico.

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