viernes, 16 de noviembre de 2012

La pasarela

Han añadido un carril a la autopista y la pasarela que pasaba por encima se quedó corta. Y han puesto una nueva. Ayer, aprovechando el sol de la tarde, crucé por la pasarela nueva. Semeja un túnel con sus paneles redondeados de metacrilato (o algo parecido) que protegen del viento y del ruido. Al ir caminando por ella los reflejos van cambiando en esos paneles originando un efecto hipnótico. Cuando alcancé el otro lado de la autopista estaba bajo una impresión extraña, como que entraba en otro mundo. Atrás quedaban los edificios, las calles, la gente, el tráfico; y me internaba en el campo, la soledad, el silencio. Pasé junto a una casa conocida, con su nombre tallado en la entrada: "Dos Sitios". Me sorprendió ver que estaba rodeada por un andamiaje; se diría que la estaban construyendo, algo ilógico a no ser que estuviéramos en el pasado. La sensación experimentada en el túnel (en la pasarela-túnel), el mundo que parecía más joven de este lado de la autopista; todo cobraba sentido si lo que había sucedido era que la pasarela actuaba como un túnel del tiempo. Según me alejaba de la autopista, más plausible me parecía el aparente desatino. Llegué a un centro de adiestramiento de perros, donde el silencio fue roto por una explosión de ladridos. Estaban en medios de una clase y el instructor iba dando indicaciones a una decena de dueños que llevaban a sus perros de la correa. La escena me pareció irreal, de película americana de los cincuenta. O mejor dicho de película americana hecha ahora mismo, con sus vivos colores, pero ambientada en los cincuenta. Sentí el impulso de ver mi cara reflejada en un espejo, No sé por qué pensé que me vería más joven. Me estaba liando y el sol iba bajando por el oeste (como suele). Quedarme en el pasado de noche no me pareció buena idea. Volví a la autopista. "Dos Sitios" seguía rodeada de andamios y un par de albañiles trajinaban aún. Se me pasó por la cabeza preguntarles algo, ¿pero qué?. ¿Qué año era?. Crucé de nuevo la pasarela de vuelta. Parecidos juegos de luces y sombras oscilaron sobre las paredes curvas y semitransparentes. Volvía a imponerse el ruido del tráfico. Me pareció que caminaba más cómodo que a la ida. Bien pudiera ser que para viajar al pasado sea necesario vencer una cierta resistencia que ahora al volver se convertía en ventaja, una especie de viento a favor que me empujaba hacia el presente.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Nada es para siempre

Me molestó cuando titularon así aquella serie de televisión. Me parecía una falta de consideración filosófica, una banalización, una especie de timo a toda una generación. Bobadas mías claro, pues pocas frases habrán sido más veces pronunciadas a propósito de casi cualquier tema. Cuando me paro a entender su significado (sin ningún bagaje filosófico o lingüístico por mi parte) me entra algo de vértigo porque la frase se me da la vuelta y me dice que "nada", ese vacío, ese frío absoluto, es para "siempre". Y me pregunto ¿puede haber "siempre" si no hay "nada"?. Me agarro a la barandilla de mi mente, para no caer en ese agujero negro, y vuelvo a poner la frase del derecho, "nada es para siempre, amigos". No sé quien lo pensaría primero, alguien anónimo sin duda; pero es bonita esta versión mejorada de Séneca: "Nihil perpetuum, pauca diuturna sunt", o sea "nada es perpetuo y pocas son las cosas duraderas".