jueves, 13 de marzo de 2014

Católico

Dicen que somos lo que los demás esperan de nosotros. Puede ser. Marx también decía que somos nuestras relaciones sociales. Cierto es que solos no somos (o no somos gran cosa). Por aquí somos católicos. No algunos, todos; hasta los más grandes ateos. Ser católico no consiste en cumplir con los ritos de esta religión, sino nacer y crecer dentro de una sociedad que ha adoptado (si es posible hablar de libertad de opción) la religión católica. O mejor dicho que la ha heredado. Como el color de los ojos. Puede que no nos guste el color de nuestros ojos, pero  no por ello va a cambiar a otro más conveniente. Igual con ser católico. No se elige. ¿No se puede cambiar?. Puede que sí; con mucho esfuerzo, dedicándose a ello, meditando, estudiando, haciéndose a uno mismo. O sea algo casi imposible. Uno es lo que se espera que sea, lo que buenamente puede ser habiendo nacido en la familia y en la sociedad en que ha nacido. Uno es católico aunque no pise una iglesia, aunque no quiera.

lunes, 10 de marzo de 2014

Momento ligero

En el ascensor del hospital. En uno de los ascensores porque no he conocido sitio con más ascensores en mi vida. Entramos cuatro personas y vamos dando al botón del piso deseado. Marcan el dos, el uno, yo pulso el cuatro y la última, una mujer "de mediana edad", pulsa el doce mientras dice con acento caribeño: "Yo voy al cielo, el piso doce, no hay nada más allá, ¿no?; voy al mismo cielo". El ascensor para en el primer piso y cuando las puertas se cierran de nuevo ya tengo preparado mi comentario. Otro piso, puertas abiertas, puertas cerradas, miro de reojo a la mujer. Llegamos al cuarto piso y cuando voy a salir hago mi comentario con una media sonrisa: "Yo me bajo en el purgatorio".