jueves, 27 de octubre de 2016

Gone global

De la lluvia de información que nos cae encima, el goteo (malayo, inmisericorde) del móvil, el aguacero de internet, los chaparrones de los ya casi anticuados (casi románticos) canales de televisión, el sirimiri de la radio (ancestral), la lluvia mansa del periódico (o de un libro). Todo el mundo siendo ocurrente al mismo tiempo y yo solo capto retazos de conversaciones. Me quedo con algunos nombres, un puñado de anécdotas (que luego olvido precipitadamente). Me da la impresión de que chapoteo en la orilla del mar y juego a vaciarlo con mi cubo de juguete. Y medito que cualquier tarde me pongo a ello en serio, a vaciar el mar. En cuanto tenga algo de tiempo, en cuanto deje de llover.

jueves, 13 de octubre de 2016

Dejo caer un nombre

Otra palabra que vuelve a mi cabeza desde alguna parte donde ha debido estar escondida estos últimos tiempos es "brizna". "Brizna de hierba" en su combinación más ecológica, imagino. Y también imagino que si Walt Whitman hubiera escrito sus poemas en castellano habría titulado así su famoso libro, "briznas de hierba" en vez de "hojas de hierba"; lo digo desde el desconocimiento. Y tal vez lo digo debido a un irresistible impulso que me ha obligado a mencionar a Whitman, a decir en voz alta que "le conozco". Y añado, en voz baja, que no he leído nada suyo. No hace mucho que he aprendido como se denomina (en inglés) esta práctica de colar nombres conocidos en una conversación o canción o novela: name-dropping, dejar caer nombres. Se ha hecho siempre, me excuso.