jueves, 23 de abril de 2015

Superpoder

Un superpoder que me pediría (el "me" creo que sobra, lo pongo para que parezca más coloquial): el poder de decir lo adecuado en los malos momentos (de pena, de dolor, de desesperación, de desazón, de desorientación, de depresión) de aquella persona a la que quiero. Se diría que habitualmente hacemos lo contrario, como se expresa en esta frase de canción pop "Why do we hurt the one we love?", o sea "¿por qué herimos a quien queremos?". Quisiera tener el superpoder de decir aquello que no sólo no hiera, sino que cure, que consuele, que ayude, que reconforte, que de paz, que provoque una sonrisa o su amago o que, si acaso, haga llorar de emoción. El superpoder de callar y hablar lo justo (concepto timing) en los momentos precisos. Si lo tuviera sería el quinto fantástico.

martes, 14 de abril de 2015

Odio la música

Lo oí decir de I., un conocido, que en un viaje por carretera pidió que le quitaran la música, que le molestaba. Bueno, no sólo le molestaba, la odiaba. Sorprendente declaración que tal vez me llegó tergiversada y lo que dijo fue que odiaba aquella música. A mi me gusta la música (el título de esta entrada es un "teaser" y un experimento para ver si atrae visitas que de por sí no recibe este blog), pero tampoco toda la música. Mis gustos son vulgares (como denominaba a los suyos Fernando Fernán-Gómez en cuestión de mujeres, siempre se enamoraba de la más guapa). A mí me gustan las canciones armoniosas, con voces acopladas y letras sugerentes, vamos lo que a todo el mundo exceptuando tal vez a I. Esta canción de Joana Serrat cumple sobradamente los requisitos
Sharing Wine (a summer tale) - Joana Serrat.
El video es de "Nowhere Shows" y la incorporación del texto mía. Para verlo a pantalla completa cliquear dos veces sobre la imagen.
https://www.youtube.com/watch?v=KsJqp43MbLU

lunes, 6 de abril de 2015

Las curvas del pantano

Aún no se le había pasado el susto cuando me lo contaba. Había sido la noche anterior cuando volvía a casa en coche bordeando la orilla del pantano. Las curvas del pantano. Son unos seis kilómetros y casi podría evocar cada curva mentalmente, de las veces que las he recorrido. De día a la ida y a menudo de noche a la vuelta. Con sol y sin viento la superficie del agua es un espejo que refleja el verde de las colinas y el azul del cielo y entonces me acuerdo de "the car over the lake album", la portada en la que un coche volaba a punto de sumergirse en las aguas de un lago que podría haber sido este mismo pantano. De noche, con mal tiempo el trayecto se vuelve inquietante y así me lo contaba B. nervioso, sin poder fijar la mirada. "Pensarás que estoy mal de la cabeza", "igual debería callarme". Yo le vi venir, como he dicho llevo años "negociando" esas curvas, así que le dije algo así como "una chica de pelo largo, algo pálida, haciendo autostop...". Y él, "no te cachondees"; y yo "no, no, si te lo digo en serio; conozco a esa chica, o bueno no le conozco, pero como si le conociera". B., confuso "pero es que la chica desapareció", y yo "sí, algo así, te lo digo por experiencia, me ha pasado varias veces y siempre desaparece; por intentar explicarlo yo diría que desaparece en la confusión". B. "esto es de locos, ¿te ha pasado varias veces? ¿y lo dices así, tan tranquilo?". "La primera vez me llevé un susto de muerte, como tú, pero luego ya.., ¿sabes qué pasa? que cada vez que suelta lo de "en esta curva" es en una distinta".