jueves, 12 de diciembre de 2013

Sabiduría popular

Duermevela, cuando estás medio despierto y medio dormido; quizás un poco más dormido que despierto y el cerebro se cuenta sus historias y se inventa sus personajes "basados en hechos reales". Hace unos pocos días estaba en esas cuando una frase de la infancia apareció de repente: "El que lo dice lo es". Aplicable a los inocentes insultos que conocí en mi niñez; tonto, bobo y en plan grueso imbécil e idiota. Y la respuesta automática a cualquiera de estas palabras dichas con intención de ofender era esa, "el que lo dice lo es". Y me parece ahora que era una forma sabia de contestar y que se ajustaba a la verdad: El que insulta se está retratando. Pero lo mejor era la continuación, la segunda línea que convertía el todo en poesía popular, en pura gracia infantil: "El que lo dice lo es, con el culo al revés"

lunes, 4 de noviembre de 2013

Egoismo retrospectivo

La memoria es caprichosa, otros dicen que es mentirosa; en cualquier caso poco de fiar. Me acuerdo de pronto que mi banqueta era la roja. ¿De qué estoy hablando?. De la cocina de mi niñez, teníamos dos sillas y cuatro banquetas de formica. Cada banqueta era de un color. Rojo, verde, amarillo y azul. Las dos sillas creo que eran verdes, no estoy seguro. Una vez se rompió una pata (un tubo metálico) de una de las sillas y me mandaron a un taller cercano para soldarla. Yo tendría ocho o nueve años y fui bastante abrumado por la responsabilidad. Mi banqueta era la roja y mi sitio en la mesa en uno de los extremos. Solo recuerdo vagamente donde se sentaban los demás (mis hermanos y mis padres). Intuyo que mis padres usaban las sillas, pero no sé como se repartían las otras banquetas. Quizás la amarilla fuera la de mi hermano. Y, bueno, eramos cinco hermanos. Cuatro banquetas, cinco hermanos. ¿Mi hermana pequeña estaba en una trona?. Al principio sí, ¿pero luego?. Entre semana mi padre comía fuera, así que nos arreglaríamos con nuestro juego de cuatro más dos. Los domingos habría que juntarse en la mesa y haría falta otra banqueta, otra silla; que se traería del baño o de la sala. No lo recuerdo exactamente. Yo me sentaba en la banqueta roja en mi extremo de la mesa. El filete se me hacía bola en la boca y no podía pasarlo. Al terminar el postre (que conseguía comer esquivando hábilmente el obstáculo) iba al baño y tiraba la carne por el retrete. Mis hermanos, mi padre, son figuras borrosas en torno a la mesa. Mi madre menos, pero también. ¿Solo pensaba en mí mismo?.

domingo, 6 de octubre de 2013

¿Dame la razón que si no me enfado?

Sobre tener la razón. Para empezar deberíamos tener en cuenta que nadie nunca tiene la razón, pero obviando esta pequeña puntualización ayer escuché una observación que me pareció muy interesante. Se preguntaba U. por el motivo por el que cuando tenemos la razón nos parece tener derecho también a enfadarnos. Me chocó al principio la pregunta, quizás porque yo mismo encuentro lógico de algún modo que si tengo razón y no me la dan estoy ciertamente justificado para enfurruñarme, aunque sea un poquito.Y resulta que no. Bien pensado el hecho de tener razón, o seamos rigurosos el hecho de creer que tienes razón, no es, no puede nunca ser, una excusa para enfadarse (para montar en nuestro caballo "Cólera"). O no debería, vamos, que seguimos siendo humanos..

jueves, 8 de agosto de 2013

Hablar por hablar

En una conversación oída al azar una señora, a propósito de comidas, ha comentado en voz alta lo que había desayunado. Bien, nada que objetar, pero me ha hecho pensar. ¿A quién le importa lo que haya desayunado esa señora o yo mismo?. No conozco las circunstancias exactas y puede que la declaración fuera totalmente necesaria, pero mi conclusión es que nunca diré lo que he desayunado; a no ser que alguien me lo pregunte. Un recuerdo: Con siete u ocho años en nuestra casa sin ascensor la chavalería bajaba las escaleras saltando y armando bulla... menos yo que procuraba hacer el menor ruido posible. La vecina del segundo comentó una vez a mi paso "este chico va para obispo". Nada más lejos de la realidad, yo era tímido y quería pasar inadvertido. Ahora también (pero menos) y será por eso que cuanto más hablo, más tengo la sensación de que no me expreso bien, no acierto a transmitir lo que quiero y a menudo pienso que he hablado demasiado. Tal vez nunca debería decir nada a no ser que alguien me lo preguntara, y entonces podría pasar que no volviera a abrir la boca jamás. No se perdería mucho. Corrijo, no se perdería nada. Amén.

martes, 25 de junio de 2013

¿Me estoy poniendo sentimental?

¿Qué es una vida malgastada?. Todas, ninguna, una cosa intermedia. De mi experiencia vital (tengo una, tipo intermedio también) vengo pensando que llega un momento en la vida en que (casi) todos nos vemos en la necesidad de confesar a alguien (a un hijo, un hermano, un amigo, uno que pasaba por allí, estas mismas personas en femenino) que nuestra vida ha sido un fracaso. Las palabras exactas suelen ser: "Todo lo he hecho mal". Pensando sobre esto, y puesto a quitar importancia a tan rotunda declaración, he llegado a la conclusión de que hay dos etapas de la vida que nos redimen. Dos caras de una misma moneda: Ser hijo y ser padre (y aún más intenso, supongo, ser hija y ser madre). Añoro haber sido un niño, un bebé cuidado por mi madre, añoro sentirme abrazado y protegido por ella (lo añoro sin recordarlo, claro). Y añoro también ahora el abrazar y proteger a mis hijas (dos) recién nacidas, con uno, dos, tres años. Éstas son las dos cosas que me han impedido fracasar, aunque por lo demás casi todo lo he hecho mal.

lunes, 10 de junio de 2013

Pequeña anécdota con moraleja

Voy a la gasolinera del centro comercial a repostar gasoil. Tres de los cuatro puestos están ocupados y paro en el número dos. Me parece que la manguera está manchada de gasoil, como si rezumara por alguna juntura. Al terminar de llenar el depósito busco algo para limpiarme y veo que hay un rollo de papel ad-hoc. No solo un rollo, un expendedor automático de hecho. Fantástico, pienso. Me seco bien las manos, monto en el coche, arranco y me acerco a la caseta para pagar. Tras hacerlo le indico al empleado que me ha parecido que la manguera del puesto dos pierde gasoil. Me dice que lo va a mirar "ahora mismo". Salgo y paro cerca para poner en orden mi cartera. Desde donde estoy puedo ver como el empleado se dirige a los surtidores. Ya me estoy felicitando por mi civismo y su efecto benéfico cuando el hombre toma la manguera del puesto uno y se pone a comprobarla concienzudamente. Me pasa por la cabeza bajar la ventanilla y gritar: "¡Es el puesto dos, no el uno!". Pero no lo hago, y me limito a pensar que así va el mundo, que así es el mundo, que está bien recordarlo y que los buenos propósitos de los que como yo hacen las cosas bien no pueden nada contra la confusión general. Reanudo la marcha y me incorporo al tráfico de la tarde. Una rotonda, una cuesta y la furgoneta que me sigue que me da las luces. Que mosca le ha picado a éste, pienso. Seguramente que le parece que voy despacio y se impacienta. Bueno, ni caso, aunque aligero un poco. Paso un badén y me parece que se me pega por detrás. Ahora soy yo el que está un poco mosca. Tras un giro me aparto al arcén para dejarle pasar (y de paso darle a entender que es un cagaprisas). La furgoneta se para a mi lado y para mi sorpresa la chica que va de acompañante me dice: Vas con el depósito abierto. Comprendo de golpe, le doy las gracias, me bajo para poner el tapón del depósito y me tiro de las orejas mentalmente.

sábado, 1 de junio de 2013

Las dos facetas de Larry King

Vuelve Larry King con 79 años. Vuelve a trabajar después de tres años de retiro en compañía de su... octava esposa. Se calcula que puede haber hecho 50.000 entrevistas a lo largo de su carrera y, no sé, supongo que habrá repetido alguna pregunta, pero aún así le admiro. Por las entrevistas también, pero sobre todo por las esposas. No exactamente por las esposas, quizás ha tenido muy mala suerte y nos debería dar un poco de pena. Pero no creo. Le admiro por la energía, por la empatía que debe generar, por perder una, dos, blablabla, seis siete veces y volver a la batalla y casarse otra vez. Por aprovechar el tiempo, o por lo menos llenarlo. Por emplearse a fondo en lo suyo, en sus dos principales facetas: Hacer entrevistas y enamorarse. Me comparo, cometo ese error, y me acuerdo de la etiqueta que decía uno deberían ponerle si alguna vez le subastaban en e-bay: "Poco usado".

jueves, 16 de mayo de 2013

Misterio, ficción.

La incertidumbre es lo que nos mantiene vivos. O lo que nos libra del aburrimiento. Hablo del futuro, otra vez; del futuro más allá de este futuro en el que ya estoy (estamos). Del futuro que hay gente que adivina, eso dicen. Tampoco parece tan difícil: En el curso del próximo año te sucederá una desgracia y tendrás una alegría. Casi seguro que acierto, por lo menos en lo de la desgracia. Los profesionales del asunto, los adivinos, los astrólogos, las pitonisas (suelen ser más mujeres, ¿no?) no gozan en general de credibilidad; y por mi parte me adhiero a ese escepticismo (aunque una vez una chica con "poderes" adivinó mi signo del zodiaco). Siendo esto así, ¿por qué en las películas y novelas (en esas reproducciones dramatizadas de la vida) siempre que una adivina misteriosa se cruza en el camino del protagonista y tras ver las líneas de su mano hace un pronóstico sobre su futuro, inexorablemente acierta?. Será que por detalles como éste es por lo que se le llama ficción.

domingo, 5 de mayo de 2013

Salvo los demás

La vida tiene dos aspectos complementarios: Lo de dentro y lo de fuera. Lo de dentro es ese juego de cartas, ese solitario, que jugamos con nosotros mismos y en el que, si no nos sale bien, siempre podemos hacer alguna trampa. Y ya ahí nos podemos empezar a sonreír, ya que no hay  nada más tonto, aparentemente, que hacerse trampas al solitario. Pero las hacemos, yo las hago al menos. Mi gran trampa al solitario es decidir que básicamente todo va bien, por muy mal que vaya. Aunque, sin hacerme trampas, cada vez estoy más convencido de una cosa: No hay desgracia (casi siempre ajena) que me haga perder el apetito. Yo sigo con mi solitario, barajando algunas ideas, pocas, que me expliquen de que va la vida. Y a mitad de una partida, viendo una película, me he quedado con una frase de un diálogo muy ilustrativa que enlaza con lo que decía al principio de dentro y fuera: "En el mundo no hay nada, salvo los demás". Sin lo de fuera lo de dentro es nada. Los demás es lo único que tenemos.

sábado, 20 de abril de 2013

Me alegro de verte

Tuve un sueño. No el del señor King, que creo que lo tuvo despierto; tuve un sueño del que solo recuerdo una situación. Estaba en el trabajo y junto a mí, al volverme, me encontraba con R. Tan tranquilo como siempre, tan agradable y dispuesto a cumplir con su tarea. Y el caso es que me dije que hacía tiempo que no coincidíamos, pero allí estaba y la verdad es que me alegraba de verle. Eso soñé. Luego, ya despierto he recordado el sueño y he comprendido el motivo de mi extrañeza (ligera) al ver a R. Es que R murió en un accidente hace casi trece años. Recién empezado el siglo veintiuno se dio por concluido el ensayo general de la vida de R, que resultó ser también el estreno y única representación. Los demás seguimos con nuestros ensayos, sueños incluidos.

lunes, 8 de abril de 2013

De repente, el futuro

Si "el pasado es un país extranjero" (L P Hartley, y seguía "allí hacen las cosas de otra forma"); el futuro es un país enemigo (y allí, si te descuidas, acabarán contigo). El futuro es una posibilidad remota. O quizás era, porque de algún modo extraño los plazos que le fueron poniendo al futuro, 1984, 2001, han vencido; y  tengo la sensación de que, no sé como, me encuentro instalado en él. De la noche a la mañana, aunque no puedo precisar qué noche y qué mañana fueron exactamente las que sirvieron de puertas de salida y entrada en ese salto temporal o sensorial. Ha sido una de esas cosas en las que no piensas realmente hasta que de repente te das cuenta de que han sucedido. Y aquí estoy, en el futuro. Como dato positivo vengo comprobando que aún reconociendo que no es que sea especialemte acogedor tampoco ha tenido lugar la muy anunciada y apocalíptica destrucción de la civilización,  ni andan zombies por la calle (que yo sepa). Por otra parte esto de internet me parece una maravilla, ¿en qué otro sitio que no fuera el futuro podría haber escrito esta entrada y este blog?.

jueves, 21 de marzo de 2013

Muy listo

Tengo que confesar que me creo muy listo. Nada que no suela pasar, entiendo. Es un mecanismo de autodefensa al alcance de cualquiera. Casi todo el mundo se cree muy listo. Pero el caso es que después de considerar todo esto, me sigo creyendo muy listo; lo que resulta ya preocupante. Y en éstas estaba cuando he hecho el "test de las efes". En un pequeño texto en inglés hay que contar cuantas efes ves. No cuantas hay, sino cuantas ves; porque resulta que tú ves cuatro pero hay ocho. La preposición "of" aparece cuatro veces y lo normal es no contar esas efes. Sólo las grandes mentes las cuentan. Pero yo no soy "normal", entonces ¿por qué no las he visto/contado?. ¿Va a ser que no soy tan listo?. Aunque no lo descarto del todo creo que he encontrado una explicación, un paliativo, para el desconcertante resultado del test. Claro, el test está pensado para angloparlantes. Un inglés lee el texto y pasa por alto las preposiciones que no necesita para entender el significado. Un españolito de a pie contaría correctamente las ocho efes sin entender el texto. Pero yo no. El peso de mi saber me ha lastrado y no me ha dejado ver las cuatro efes extra. No, si pensándolo un poco todo tiene su explicación.

viernes, 1 de marzo de 2013

Mi record mundial

Se ha difundido estos días la imagen de una japonesa de 114 años como poseedora del record Guinness de longevidad femenina. Me causa extrañeza que alguien pueda asegurar tal cosa, siendo tantos como somos en el planeta; aunque lo que no tiene duda es que alguien tiene el record, sea esta señora u otra que no ha salido en los papeles. Por cierto que dicha señora no parece hacer mucho caso al ministro que dijo hace poco que los jubilados japoneses deberían darse algo más de prisa en morirse para que el sistema de pensiones no se colapsase. El ministro recordaba por lo visto la costumbre campesina de dejar a su suerte a los ancianos que habían perdido todos los dientes en la cima del monte Narayama (como se cuenta en la película "La balada de Narayama"). Volviendo a los records me he dado cuenta de que yo mismo fui poseedor en su día de uno. Mundial y absoluto y que incluía tanto al género masculino como al femenino, aunque reconozco que la organización de los "Guinness World Records" no ha considerado oportuno reconocérmelo Pero lo tuve, aquí donde me véis (o me intuís) fui durante un tiempo, seguramente breve tirando a muy breve, el ser humano más joven del planeta.

martes, 12 de febrero de 2013

El papa renuncia

No dimite, ni abdica, ni mucho menos apostata. Y como todo el mundo tiene algo que decir, yo también escribo esta entrada. Con siete años en mi Primera Comunión, el cura, don José Luis, mantuvo hasta la misma mañana de la ceremonia la incógnita de si sería mi primo J. o yo mismo quien hiciera las preguntas de rigor al resto de los nuevos comulgantes. Aquel día nos hicieron ir un poco antes a la sacristía para hacer una última prueba y decidir entre los dos. A mí, andar así  me parecía absurdo y si por una parte me sentía halagado por estar en la "final" de aquel "concurso" (sin haber puesto ningún interés especial), por otra no quería salir delante de todos en la iglesia a hacer aquellas preguntas. Al final fue mi primo el elegido y fue él quien nos preguntó entre otras cosas: ¿Renunciáis a Satanás, a todas sus pompas y sus obras?. Y yo, amparado en el anonimato, afirmé "sí, renunciamos". ¿Hubiera cambiado mi vida si el elegido hubiera sido yo?. No sé. Tampoco sé si sigo dentro de la Iglesia más allá de los papeles. En todo caso renuncié a Satanás, cosa que me parecía más retórica que otra cosa, sobre todo en lo referente a sus "pompas". Ahora Benedicto XVI renuncia a su apostolado (¿lo he dicho bien?). Los partidarios de la teoría de la conspiración darán mil razones e incluso escribirán alguna novela para explicárnoslo, pero yo prefiero aventurar que la culpa la tienen las rodillas de Ratzinger. Y digo las rodillas porque si así fuera sentiría más cercano al todavía papa: Yo mismo siento mis rodillas como un punto débil. Ese no subir y, sobre todo, no bajar las escaleras como antes. Así que el papa ha renunciado porque es un hombre mayor, un anciano, y lo ha hecho hablando en latín. A las pocas horas un rayo impactó en la cruz que corona la basílica de San Pedro. La foto, preciosa, viene en el periódico. He sentido la emoción de las palabras, de los idiomas semiolvidados, de los símbolos, de la humanidad falible del papa.