miércoles, 22 de septiembre de 2010

Emprendedor

"Me dirás que esto es el cuento de la lechera, pero yo prefiero compararlo con la multiplicación de los panes y los peces". Lo pensó, pero no lo dijo cuando le explicó el plan a su padre. Necesitaba su permiso para usar el sótano. El padre se había quedado pensativo. Luego le pidió detalles. Era sencillo; gallinas y huevos. En este caso primero las gallinas. En el sótano. Algo de alambre para montar un pequeño gallinero. Para alimentarlas mondas de patata y pan duro. Luego vendrían los huevos, su venta, reinversión en gallinas, más huevos, beneficios. Todo estaba en la libreta de tapas negras escrito con letra esmerada y sobre todo con números: de gallinas, huevos, días y precios, . Pequeña inversión inicial, rápida rentabilidad. El padre no lo vio tan claro, pero le gustó el afán emprendedor que de ninguna manera debía coartar. Claro que lo primero eran los estudios. Sí, por supuesto, era poco trabajo y lo haría en su tiempo libre y sobre todo el fin de semana. Por cierto que de la limpieza semanal del gallinero obtendría abono. Producto secundario. Al sótano se bajaba alzando una trampilla y por medio de una precaria escalera. Tenía un único ventanuco y allí se guardaban la leña y el carbón y algunos trastos viejos. Así que despejó y cerró con alambre de malla la parte junto a la ventana y acomodó a las gallinas ponedoras. Se reveló que las gallinas necesitaban luz eléctrica y cada mañana bajaba a encenderles la bombilla desnuda. Pusieron los primeros huevos que consumieron en casa alborozados. Y pusieron más, pero no tantos. Quizás por la falta de luz natural las gallinas empezaron a aparecer deslucidas, estaban perdiendo plumas. Metió un gallo y, con poca luz y todo, cantaba a las cinco de la mañana despertando a todo el mundo. Un tenue olor a gallinero envolvía toda la casa. Hizo las últimas cuentas con su pulcra letra en la libreta de tapas negras. Había perdido algo de dinero, no mucho. Además se podría aprovechar alguna gallina para caldo.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Alerta

Alerta conductor, alerta centinela, alerta amarilla, naranja , roja. Estado de alerta, que te duermes. Que se te pasa la vida, tan callando. En otros tiempos parecía que venía mal tiempo; ahora las autoridades decretan el estado de alerta por fuertes vientos o por altas temperaturas o por intensas lluvias. Podían hacerlo también por inestabilidad familiar, inminente bajón repentino del nivel de ingresos o riesgo de ruptura sentimental. Alerta compañero; que la inspiración te pille trabajando. Las autoridades, que son tú y yo y algunos saben más que nosotros y otros menos. Y entre todos nos ponemos en alerta, y así podremos seguir durmiendo tranquilos. Y ya veremos que tiempo hace mañana. Por si acaso manténgase el estado de alerta.