miércoles, 31 de enero de 2018

Sin título 2

Ha  muerto Ursula K Le Guin, escritora de ciencia ficción. La K es de Kroeber, su apellido de soltera, y el Le Guin es por su marido francés. Durante años ha sido un nombre que he tenido ahí, en la recámara (es un decir), esperando el momento de leer algo suyo. Alguna vez estuve cerca, tuve un libro suyo en mis manos, pero tras ojearlo un poco no me decidí, no me atraparon las pocas líneas que leí. Cuando muere un escritor me acuerdo a veces de un conocido gran seguidor de Borges y que compraba todo lo que publicaba el argentino, Al morir Borges expresó su alegría porque así ya podría dar por cerrada su colección. Ya, yo pensé lo mismo. K Le Guin fue más que "escritora de ciencia ficción", fue antropóloga, profesora, ensayista, que yo sepa. Llevo una temporada que al margen de las novelas de ficción me  atraen los libros donde la gente cuenta su vida o sus elucubraciones sobre la vida en general; así que voy a investigar por ahí en el caso de K Le Guin. Por cierto, ¿las distopías de ahora no son la ciencia ficción de toda la vida?

viernes, 12 de enero de 2018

Vigencia de la paradoja

Cambiar de opinión es lo correcto. Acabo de formular una paradoja, creo. Mi impresión es que en la educación los docentes intentan con más o menos fervor que aprendamos (que aprendan) hechos y conceptos que se dan por indiscutibles y también que distingamos (que distingan) en lo posible el bien del mal, en lo que, con fines didácticos, también se procura que haya pocas dudas. Así que se diría que una vez "educados" no habría por qué cambiar de criterio, y soy el primero en admirar a esas personas íntegras que viven fieles a sus valores y serenamente se posicionan en los conflictos y toman partido si lo ven necesario (a veces la excelencia está en mantener la neutralidad). Pero claro, las cosas no son tan sencillas, el viento cambia de dirección y la lluvia nunca contenta a todos. Lo bueno, lo aconsejable ante un conflicto es verlo de pronto (o paulatinamente) de otra forma, y decir un día que lo que hasta ayer era blanco, un gris claro en realidad, hoy lo estoy viendo cada vez más negro (sin querer me ha salido pesimista el ejemplo). No contradecirse nunca es un síntoma preocupante, un síntoma de que no estamos avanzando nada, y lo sano es hacerlo. La conclusión a la que voy llegando, a la que quería llegar, es que no hay una forma correcta (digamos canónica) de encarar un problema. Para ser un poquito más sabio hay que contradecirse, hay que cambiar de opinión. Aunque por mi parte opiniones, lo que se dice opiniones, tengo pocas, y cada vez más tiro de los comodines "tal vez", "quizás", "me parece", "dicen"... Resumiendo, detrás de casi todo late una paradoja. Si no la detectas, sospecha.