miércoles, 13 de febrero de 2019

Cifras y letras dentro de un orden

Hace poco un amigo me dijo que él era de letras y no sabía contar hasta cien. Claro que sabe, ¡no va a saber!. Pero, bueno, es cierto que no le van los números. Para compensar le van muchísimo las palabras. Yo soy de ciencias, oficialmente, pero en la vida cotidiana soy bivalente o mixto o como se diga (pero de perfil bajo en todo caso). La prueba de mi congenialidad con las letras, y que pongo sobre la mesa del jurado como evidencia número uno, es este blog que nos contempla. Pero no puedo negar que, no sé por qué, tengo tendencia a cuantificar o medir la realidad. Por ejemplo a calcular los euros que gasto para hacer cien kilómetros con el coche o cuántas páginas de un libro leo en una hora o a contar las plazas de un aparcamiento o las galletas que entran en un paquete, Eso sí, limitándome a usar las cuatro viejas y buenas reglas. Al enterarme de que también había números negativos fruncí el entrecejo y cuando supe que también había números imaginarios y su unidad era la raíz cuadrada de menos uno tuve que resistir la tentación de decirle al profesor: ¿no lo dirá en serio?

lunes, 4 de febrero de 2019

La verdad de Caronte

Dice Canetti que escribir implica siempre esperanza. Bueno, esto es escribir, ¿no?; me place Canetti, muy bueno lo tuyo (a ver si te leo). Además de dar esperanza otra misión de los escritores es contar (o cantar) las verdades del barquero. Cuenta Javier Cercas que charlando con un amigo sobre los requisitos a cumplir para que una sociedad resulte medio decente han llegado a la conclusión de que hay tres figuras que son imprescindibles: la figura del maestro, la del médico y la del que dice "no". Cercas apunta sobre todo a la tercera, a ese Pepito Grillo que cuando todos tiran por un lado se sube a una silla, pega un grito y cuando se vuelven a mirarle dice "¡no!, es por el otro lado". Sin duda esa voz es, o sería, necesaria, pero mi duda es cómo sabríamos reconocerla (con tanto visionario diciendo que ¡no! y que ¡sí! y que ¡según!). Pero lo que quería comentar se refiere a las otras dos figuras previas, al maestro y al médico (si son mujeres mejor que mejor). Dice Cercas que el maestro nos enseña a vivir, y sí, no puedo estar más de acuerdo. Llevo un tiempo, bastante, pensando que todo es cuestión de educación, Si no nos educamos, si no aprendemos a vivir, todo irá mal (o irá peor). Y dice seguido, y esto es lo que de verdad me llama la atención de la teoría, que el médico nos enseña a morir. Algo sospechaba. La respuesta a la pregunta "¿qué hace el médico?" suele ser "curar", o matizando "intentar curar", y la sensación que percibo en el ambiente es que cada muerte se ve, en parte, como un fracaso del médico. Me parece a mí que andamos despistados, que cuando se habla de tasas de supervivencia nos olvidamos, a propósito, de que la tasa de supervivencia a un poco más de plazo es cero (médicos incluidos). El maestro enseña a vivir y el médico a morir, así debería ser, ¿ya lo saben ellos?