viernes, 29 de septiembre de 2023

Pulsiones

    La maldad —como el gordo de navidad— suele estar muy repartida. ¿Y la bondad?, la bondad también. Así es como pasa con todo, y si hay buenos es porque hay malos y si hay altos es porque hay bajos. Todo va en el mismo paquete de la vida, o lo tomas o lo dejas. Lo que quiero decir (pues dílo, demontres) es que hablar de virtudes y defectos es un pacto que tenemos para entendernos y hacer las cosas fáciles —que no lo son—.
    Es un debate recurrente el de los artistas y sus vicios ocultos; esto es, hasta qué punto desvirtúa el valor de la obra un comportamiento inadecuado en la vida privada. Pues ya te lo digo: no debería hacerlo en ninguna medida. Un escritor es una persona como cualquier otra y disfruta de su cuota de maldad como todo el mundo.
    Ayer llegué a ver el final de un documental sobre Neruda en el que se recreaba una posible especie de orgía con Neruda rodeado de mujeres, todos desnudos desparramando champán y siendo el propio Neruda, casualidad, el menos atractivo físicamente. Bueno, ahora que lo pienso, no sé si se puede decir que haya nada inadecuado en esa escena. Sí sé que Neruda tuvo otros comportamientos claramente reprobables.
    Otro caso, han escrito una biografía de Stefan Zweig (¡la definitiva!) y el que hace la reseña se detiene morosamente en la sospecha de que Zweig era un exhibicionista. O sea, que sentía la pulsión de mostrarse desnudo ante mujeres desprevenidas. No lo confirma, pero uno acaba pensando que así sería; lo cual no me parece que quite méritos a su obra.
    Todos los escritores (pintores, actrices, etc) son humanos y tienen sus pulsiones, algunas peor vistas que otras. La suerte de tantos artistas es que su pulsión particular sea de naturaleza más escondida o simplemente se las hayan apañado para que no trascienda. Por suerte, al mundo en general las pulsiones de la gente se la traen al pairo. Pues eso.

martes, 26 de septiembre de 2023

Puentes

    Toda la vida para descubrir que no conocemos a nadie, ni a las personas más cercanas. Sin embargo… Eran los años ochenta y ella estudiaba ingeniería. Un catedrático de otra escuela, de la escuela de Caminos, buscaba estudiantes para un trabajo de campo durante el verano. Al catedrático se le había ocurrido publicar una serie de catálogos, por provincias, de puentes anteriores a 1936. Él mismo era una eminencia que había rehabilitado o construido un buen número de puentes.
    Una amiga y ella consiguieron el encargo para el primer tomo, dedicado a una provincia del norte de Castilla. No me digas que no es un buen planteamiento para una road movie: verano, dos chicas en un utilitario de circunstancias documentando puentes antiguos. Contaban con cierta información de partida pero no fue suficiente, tuvieron que buscarse la vida.
    Se hicieron con un mapa y rodearon con un círculo rojo cada cruce de una vía con un río, esbozaron un plan eligiendo media docena de localidades como campamentos base y se lanzaron a la carretera. Era un tórrido julio, las ventanillas abiertas y Cindy Lauper a tope en el cassette, oh girls, they wanna have fun.
    Los viejos puentes las enamoraron. Los fotografiaban, los medían, los dibujaban, preguntaban en los ayuntamientos. Puentes de hierro que ya no verían ningún tren, puentes de piedra desgastada en caminos sin asfaltar, estrechos puentes de un solo ojo que se levantaban sobre el cauce del río como la joroba de un dromedario. El paisaje, valles y montañas, campos de cereal. Y la gente; los bares de carretera, los hostales, las comidas en tascas como de película en blanco y negro, pequeñas aventuras en las fiestas de algún pueblo y risas a cuenta del pesado de turno.
    El catálogo se publicó y unos años más tarde salió otro, en dos tomos, de otra provincia. Pero ninguno más. El catedrático ya falleció y, lo que nos importa más, ella también; antes de tiempo, sí. Este mes ha hecho diez años.

sábado, 23 de septiembre de 2023

A propósito de ET

    En cuanto a viajar al espacio el ser humano apenas ha llegado a la Luna. Lo considero, desde luego, una hazaña singular pero a escala interestelar es algo así como salir al porche de la casa que habitamos. El planeta Tierra —y su satélite—no deja de ser un rincón perdido de la galaxia (y la Vía Láctea una galaxia perdida del Universo). No parece que haya peligro de que nadie de allá fuera se vaya a meter con nosotros. Sin embargo hay mucha gente que se preocupa.
    Hay un adjetivo que va como anillo al dedo a esa noticia de la presentación en el Congreso de México —para descrédito del país— de dos presuntas momias de extraterrestres: grotesca (irregular, grosera y de mal gusto). Lo que no he oído mencionar, y me extraña, es el sorprendente parecido de las figuras con ET, el personaje de la película de Spielberg; es que son clavadas.
    Sobre la posibilidad de vida extraterrestre no hay más remedio que admitirla. Para que quede más claro descompondría la pregunta en dos partes, primera parte, ¿es posible la vida? Bueno, si este ser que está tecleando está vivo, y casi seguro que sí —y si no, qué bien simulado estoy— en ese caso tendremos que reconocer y reconocemos que la vida es posible, aunque no la entendamos. Resumo: la vida es posible.
    Segunda parte, ¿la vida solo es posible aquí, en este planetita azul? Con lo grande que es el universo no es razonable asegurarlo, sería mucha casualidad. Por otra parte no descartaría que coexistiéramos con otras formas de vida con las que nos resulte imposible comunicarnos porque estén en otra zona del espectro o en otra dimensión; hablo sin saber. Pero vamos, que más allá de ese reconocimiento de que la vida extraterrestre es posible (porque casi todo es posible y una vez se disparó una escoba) no veo por qué tendrían que andar por aquí jugando al escondite como defienden los viejos y entrañables ufólogos.

miércoles, 20 de septiembre de 2023

La estrella polar

    Estas mañanas, antes de amanecer —qué pronto me levanto—, les estoy echando un vistazo a las estrellas. Hacía tiempo que no me fijaba, me parece que vivimos de espaldas a ellas. Y están ahí al alcance de todo el mundo, para contemplarlas basta con tumbarse en la hierba una noche despejada —sin contaminación lumínica, claro, y con mantita, si hace frío—. La banda sonora natural sería el cri-cri-cri de los grillos. Estrellas y grillos, qué contraste. Contemplar el cielo estrellado te pone en tu sitio, te cambia la perspectiva.
    La única estrella que identifico a simple vista es la estrella polar. Bien, he consultado “estrella polar” en wikipedia y no tenía ni idea, qué buen artículo, lo recomiendo. Ahí he aprendido que la actual estrella polar se llama Ursae Minoris (enchantée). Retendrá el título hasta el año 3500, más o menos.
    Como anécdota dice que en 2008 la NASA trasmitió en su dirección la canción de los Beatles Across de Universe. Ahora mismo la canción, en ondas electromagnéticas, ha recorrido quince años luz de camino y le quedan más de cuatrocientos para llegar a su destino.
    Puede que un día lleguemos allí en persona (o sea lleguen) y haya vida inteligente (chiste, a cualquier cosa le llaman vida inteligente, ja). Les diríamos, venimos en son de paz —en son, como si fuera un musical— y luego les explicaríamos lo importante que es su estrella para nosotros, la referencia que supone en el firmamento señalándonos el norte. Nos responderían, bueno, es un orgullo; pero ¿qué es el norte?

domingo, 17 de septiembre de 2023

La tinta y los aeropuertos

    No he escrito nunca con pluma estilográfica. De seguido, digo. He tenido alguna que otra y recuerdo la que me regaló mi padrino un cumpleaños; pero era demasiado buena para el día a día, la guardé y para cuando me di cuenta la tinta se había secado. Cosas de pobre, supongo. Dónde estará aquella estilográfica.
    El tema de la tinta; parecido me pasó con la impresora del ordenador. Un par de meses sin usarla y la tinta del cartucho (o de los cartuchos, porque eran tres para imprimir en color) se secaba. Además, y esto ya no tiene que ver, no había forma de que la hoja de papel entrara y saliera derecha del aparato. Conclusión, cuando tengo que imprimir algo voy a una copistería. Las impresoras son, o eran entonces —no he vuelto a tener ninguna—, baratas. Había truco:los cartuchos de tinta eran caros y además duraban poco. El negocio no era vender impresoras sino cartuchos de recambio.
    Es que muchas veces las cosas no son lo que parecen. Hay otro caso del que me he ido dando cuenta, igual es un delirio mío. Me refiero a los aeropuertos. Volar se ha vuelto algo de lo más común y cada vez transitamos por los aeropuertos con mayor frecuencia. A base de dar vueltas por los parkings de los aeropuertos en busca de una plaza libre me he ido convenciendo de este hecho poco conocido: el negocio de los aeropuertos no son los viajes en avión. Calculo que esa parte de la explotación apenas cubrirá gastos, los billetes se abaratan y el mantenimiento de todo el tinglado es muy caro; el auténtico negocio está en los estacionamientos, incluidos los denominados de larga estancia. El gasto que originan es mínimo, ridículo comparado con el otro, y el rendimiento parece asegurado, siempre están llenos. Cuando los visito me viene a la mente ese ruido de tintineo cascabelero que hacen las tragaperras cuando vomitan su chorro de monedas.

jueves, 14 de septiembre de 2023

De la misa la media

    No enterarse de la misa la media, se decía antes, cuando todos íbamos a misa aunque fuese obligados. Mejor ahora, que vaya el que quiera. Todos los días leo el periódico, como un clavo (no estoy seguro de que la expresión sea en este caso adecuada del todo). Estoy dando muchas pistas y ahí va otra, con música, quizás no supe hablar (pausa) cuando debí. Así me ha venido, era una canción de Matt Monro que se hizo muy popular. Hoy en día nadie (iba a decir en su sano juicio) conoce a Monro. Vamos, que tengo una edad y que a pesar de esa lectura diaria de la prensa escrita igual no me estoy enterando de gran cosa.
    Escribe hoy un artículo el hijo de un asesinado por ETA hace 44 años. No sé nada del autor, qué ha hecho hasta ahora en la vida, a qué se dedica; solo que tuvo ese punto de partida desprovisto de ventaja alguna, mataron a su padre por nada. Me ha llamado la atención que el artículo está muy bien escrito, a ratos me ha parecido magnífico.
    Otra cosa del periódico, una foto sacada desde un helicóptero del río Tigris discurriendo por el desierto iraquí. Un helicóptero militar, claro, con un soldado a cargo de una ametralladora que vigila desde arriba dispuesto a repeler cualquier ataque. Un soldado que seguramente no vería venir el misil que derribaría el helicóptero si alguien lanzara un misil que derribara el helicóptero. Pero en esta fotografía lo que me ha asombrado es que el río —puede que sea el Eúfrates— atraviesa el desierto sin hacer mella en él. Ni tan siquiera se ve un mínimo verdor en las orillas, ni rastro de vegetación, solo la tierra seca y el curso zigzagueante del agua que ha debido equivocar el camino.
    Jimmy Fontana lo resume todo en esta otra canción que fue mucho más conocida que la de Monro (pero si a ti no te suena lo entiendo perfectamente): el mundo (pausa) que no ha parado ni un momento.

lunes, 11 de septiembre de 2023

Tonos, ecos, matices, sutilezas

    Lo dice Coetzee en su última novela, “The Pole”: given that there must be tones, echoes, nuances, subtleties in the Polish that no translation can ever transmit... Mariana Dimópulos lo traduce: puesto que debía haber tonos, ecos, matices, sutilezas en el polaco que ninguna traducción podrá transmitir jamás…
    Hay algo fascinante en la traducción. El autor escribe algo y el traductor lo reescribe en otro idioma perpetrando su traición. A veces lo mejora, también pasa. Si se trata del manual de una lavadora poco importa, si hablamos de literatura la cosa se complica.
    No basta con que las frases signifiquen lo mismo, se supone que el texto literario contiene también belleza, ritmo, sentido musical. ¿Se puede eso conservar? Mi impresión es que es muy difícil y que la traducción es otra obra literaria cuyo mérito o demérito se debe en buena parte al traductor.
    Flaubert escogía con sumo cuidado cada palabra (le mot juste) para conseguir la oración perfecta (he leído en algún sitio —igual era broma— que en opinión de su madre Flaubert estaba desperdiciando su vida fabricando frases). Ahora, esto lo hizo en francés, el idioma que se hablaba y se escribía a su alrededor, y con la idiosincrasia francesa de fondo. Mucho me temo que la mayoría de las sucesivas traducciones de Madame Bovary —y de cualquier otra novela clásica— al castellano hayan sido, hasta hace no mucho, auténticas masacres literarias.
    Hay otra forma de traducir: la traducción literal, verter en el otro idioma palabra por palabra lo que se escribió en el original. Es lo que hizo Nabokov con la novela en verso de Puskhin, Eugenio Onegin, olvidarse de la rima y escribir en inglés un texto aséptico desprovisto de gran parte de la belleza del original. No me convence, leer algo así es como conocer el argumento de una ópera sin llegar a escucharla.

viernes, 8 de septiembre de 2023

Mala memoria de fierro

    Llevo media vida repitiendo que guardo muchos de mis recuerdos —casi todos, en realidad— en lo que Borges denominaba “esa parte de la memoria que es el olvido”. No sé de dónde saqué la frase, la verdad es que Borges le dio muchas vueltas al tema y diría cosas parecidas, y a veces contradictorias, un buen número de veces. Hoy me he enterado de un posible origen de la cita en el libro de Bioy Casares sobre Borges. Según él la frase de Borges fue: tiene razón Martín Fierro: el olvido es una forma de la memoria. Se refería a la penúltima estrofa de “La vuelta de Martín Fierro”, de José Hernández, que dice así:

    Es la memoria un gran don,
    Calidá muy meritoria—
    Y aquellos que en esta historia
    Sospechen que les doy palo—
    Sepan que olvidar lo malo
    También es tener memoria.

    Y digo yo, en realidad no es que Fierro se olvide de lo malo de su historia sino que prefiere no contarlo (si lo hubiera olvidado de verdad no lo mencionaría). Lo que debería haber dicho Borges (y no es que quiera corregirle) para ser fiel a los versos de José Hernández era que “el olvido voluntario es una forma de la memoria”. Sacada de contexto y omitida la voluntariedad la frase mejora, gana en poesía y ya tiene poco que ver con Martín Fierro.
    Por otra parte hay una sutil diferencia entre lo que yo recordaba y lo que presuntamente dijo Borges, se pasa de una forma a una parte de la memoria. En fin, la memoria y Borges; alguien habrá escrito un libro. Con la memoria humana debe de pasar como con la de los ordenadores: nunca se borra del todo. Lo que vivimos se queda en nuestra cabeza; una pequeña parte accesible, que es lo que recordamos, y todo lo demás enterrado y oficialmente olvidado. Pero solo oficialmente porque sabemos por experiencia que dadas las circunstancias adecuadas un recuerdo puede reaparecer en cualquier momento.

martes, 5 de septiembre de 2023

Desconocerse

    Y quién me dice a mí que no soy un psicópata. No he puesto los signos de interrogación porque es una pregunta retórica; no lo estoy preguntando, más bien planteo una duda. Un psicópata es alguien que odia a sus semejantes. Sí, pero no; un psicópata —según la RAE— es alguien que padece una anomalía psíquica por la que a pesar de mantener la integridad de las funciones perceptivas y mentales, su conducta social se halla patológicamente alterada.
    No creo ser un psicópata, ni tan siquiera uno encubierto, que debe de haber muchos. Un psicópata descubierto es fácilmente detectable por el reguero de sangre. Aquí me he dejado llevar por la influencia de Houellebecq, Michel, siempre crudo, pesimista y provocador; aunque en su última novela le veo, de momento, un poco más contenido (o es que yo me he vuelto más duro).
    Me ha dado qué pensar algo que dice en la primera de las dos únicas notas del libro (la otra nota no figura en el libro en francés, es para aclarar que la palabra fiesta está en español en el original). Esto es lo que dice: uno oficialmente se describe como más bien buena persona pero en el repliegue secreto de su corazón siempre se sitúa exactamente en el centro del mundo moral, como una persona ni buena ni mala, moralmente neutra.
    Lo leo y miro por encima del hombro como si alguien (Houellebecq) me hubiera chistado. Sí, todos reivindicamos ser buenas personas, o casi todos, y bien puede ser que en nuestro fuero interno, allí dónde nadie espía nuestros pensamientos, creamos atisbar —y esto incluye a los psicópatas— esa neutralidad moral. Por otra parte este sería un rasgo de la personalidad acorde con la teoría de que el ombligo del mundo, el punto de equilibrio del Universo, coincide curiosamente con nuestro propio ombligo.

sábado, 2 de septiembre de 2023

Deprisa, deprisa

    Intuyo qué es un algoritmo, ni idea de cómo se diseñan. De crear un algoritmo a alcanzar el éxito hay un buen trecho. Casi ninguna de las aplicaciones que se van desarrollando tiene mayor repercusión y diseñar una que sea útil y triunfe de verdad tampoco garantiza que su autor reciba todo el crédito que merece. Esa chispa creativa necesaria para inventar algo es solo una de las muchas cualidades que se requieren para llegar a la jaula de oro.
    Es que leo, Zuckerberg, que estás aislado en una especie de refugio dorado donde los que te rodean te ríen las gracias y te dicen a todo que sí. Será la envidia. También parece que te estás poniendo cachas. Esto de empezar a machacarse en un gimnasio de un día para otro es un fenómeno social del que ya me había dado cuenta; raro, darse cuenta, porque es imposible estar al tanto de todo.
    Por ejemplo, no sabía que tu lema, Zuckerberg, había sido Move fast and break things (muévete rápido y rompe cosas) con el añadido/explicación de unless you are breaking stuff you aren’t moving fast enough (a menos que estés rompiendo cosas no te estás moviendo lo suficientemente rápido).
    Había sido, porque ya no lo es; el de ahora mismo es It’s time to build, (es hora de construir), un lema muy ecléctico y quedabien, como corresponde a tu empresa, Zuckerberg, que de tan poderosa que es ya da miedo. El otro estaba mucho mejor, eso de moverse y romper suena a rabia antisistema y a Anarquía en USA. Claro que nada de eso, se trataba de dedicarse de modo frenético a desarrollar software por el método prueba (moverse) error (romper); el mismo método que usó Nobel para fabricar la dinamita. BOOM.