lunes, 27 de agosto de 2012

El otoño que viene

Vengo apreciando un aumento significativo del número de hojas secas que yacen sobre la tierra. La tierra entendida no como el planeta mismo, sino como el manto vegetal que lo cubre (incluyendo, y no se menciona por simplificar, las amplias zonas asfaltadas o pavimentadas); y refiriéndome en extensión al suelo sobre el que camino, las calles, parques, caminos, campos y bosques próximos a mi domicilio, ya que ignoro la extensión geográfica del fenómeno (la proliferación de hojas muertas), aunque doy por seguro de que se trata de algo general y extensivo, tarde o temprano, a todo el hemisferio norte, o a gran parte de él (¿hasta que punto existe el otoño en los trópicos?). Quizás en lugar de mencionar "el número" fuera más conveniente hablar de "la cantidad", ya que se trata de una cifra lo suficientemente alta como para considerar tal magnitud como innumerable. Nadie, en su sano juicio, contaría nunca el número de hojas caídas, y si lo hiciera no tardaría en perderlo (su antiguo sano juicio). Quiero decir que, aunque aún estamos en agosto, aunque hace un día estupendo de verano; la naturaleza, sabia y asesina, por razones que sólo ella conoce ha comenzado a desnudar a los árboles (a algunos árboles, con un orden de preferencia del que se me escapan las causas) y las hojas muertas ya caen cada día, ya crujen al pisarlas, ya anuncian el cambio de estación. Ya viene el otoño.

domingo, 12 de agosto de 2012

El dudoso destino.

Un razonamiento puesto en boca de Margaret Thatcher en la película "La Dama de Hierro": "Cuida tus pensamientos porque pueden convertirse en palabras, cuida tus palabras porque pueden convertirse en hechos, cuida tus hechos porque pueden convertirse en hábitos, cuida tus hábitos porque pueden convertirse en tu destino". No sé si el "pueden" es mío o suyo. Suyo de Margaret o suyo de Gandhi o nuestro de todos. Lo que viene a decir, me lo explico a mí mismo, es que el destino es una falacia. A veces. Es como aquello otro de que a partir de cierta edad cada uno es responsable de su rostro.O dicho de otra forma nadie nace feo o guapo (o sí nace, pero luego hay un tiempo para tener la cara, la expresión, que nos merezcamos cada uno). O dicho de otra forma, la cara es el espejo del alma. O dicho de otra forma, el destino es para quien se lo trabaja. O, resumiendo otra vez, tus pensamientos labrarán tu destino. Dentro de lo que cabe, claro.