martes, 21 de junio de 2016

Insomnio

Me dijo que había dormido mal. Se había despertado y no se volvía a dormir. La oscuridad era total y sin embargo se oía el trino de algún pájaro. Parece que había un nido en la enredadera del balcón, eso me dijo (trino, pensé, qué palabra, trinar debe ser como gorjear tres veces). No se dormía, y se daba la vuelta en la cama y nada (cambiar de postura en la cama, de lado, boca arriba, del otro lado, estirar los músculos; no poder moverme es un miedo recurrente.) Así que decidió leer un rato (de ahí vino la conversación, yo también lo he hecho alguna vez.) Con su ebook no necesitaba encender la luz y además estaba intrigado con la novela que acababa de empezar. Le parecía que el autor estaba contando su vida (le apunté que eso es lo que cuentan todas las novelas, la vida). Leyó un capitulo y después, ya sí, se durmió. Eso me dijo.

viernes, 10 de junio de 2016

Números

Estaba lavándome los dientes después de comer y me ha parecido que hacía un momento que me los había lavado después de desayunar, y habían pasado cuatro horas. Puntualizo que hoy me he levantado algo más tarde y que habitualmente son cinco las horas entre desayuno y comida. Y luego siete entre comida y cena. Y doce para completar el ciclo. Cinco, siete, doce, tiene su cosa. Estaba lavándome los dientes intentando que la operación se alargara hasta los dos minutos, ya que es lo que me recomienda el dentista, y qué largo se me hace (vete anotando, cuatro horas en un instante, dos minutos eternos). El dentista insistió en dos minutos tres veces al día, repartiendo el tiempo equitativamente, por fuera, por dentro, por arriba, por abajo, y cuidado porque hay una tendencia en los diestros a cepillarse más el lado izquierdo. Mientras yacía con la boca abierta en su sillón hice el cálculo y luego intenté epatar al dentista (burgués) y le dije que a ese ritmo de cepillado cada año me pasaría tres días completos en ello. Tres días al año, impresionante. Luego camino de casa volví a calcularlo y me salió la mitad, un día y medio (nota mental, repasar siempre las cuentas, varias veces). Tampoco está mal, treinta y seis horas de cepillado al año. Esto de salir del dentista pasó ya hace un tiempo (lo de la visión subjetiva del tiempo transcurrido es de hoy) y me ha venido a la cabeza porque ayer me topé con la palabra "aritmomanía", el trastorno mental de contar obsesivamente (escalones, autobuses, latidos del corazón). Los números como todo, están bien pero sin abusar.