lunes, 31 de julio de 2017

Lágrimas desde el cielo

Antes de tener a mis  hijas me preguntaba si sería un buen padre. Conociéndome como me conocía, ¿sería capaz de amar, cuidar, enseñar a una hija mía como es debido? (y me conocía, sí, de vista) ¿Desearlo era suficiente? Me contestaba a mí mismo razonando que para tener hijos no había mayores requisitos. Cualquiera los tiene, y mira la naturaleza, ¿no cuidan los lobos a sus crías, les alimentan, les enseñan, les quieren incluso, o por lo menos les lamen? Probablemente yo no sería ni mejor ni peor que otro hombre u otro lobo cualquiera. Me prometía a mí mismo que pondría todo mi empeño, o bastante, más de la media seguro. Y luego he tenido a mis hijas y me he dado cuenta de que está bien prepararse (no sé, hacer algún cursillo, comprarse un libro) pero que a la hora de la verdad (y la hora de la verdad son todas las horas de todos los días) nadie puede ser distinto de lo que es en su relación con un hijo. Puede que consigas ser el padre ideal durante una tarde o un fin de semana, pero al día siguiente serás simplemente tú y tu hija te verá tal y como eres y te tomará como referencia (y hasta te querrá) Podemos pasar por quien no somos en la calle, en el trabajo; limaremos nuestros pequeños o grandes defectos (es humano), pero con la hija que hemos tenido en brazos, que hemos llevado de la mano y con la que hemos dado volteretas en la alfombra de la sala, con ella no podemos fingir (todo el rato). Cuando mi hija mayor tenía unos tres años íbamos una vez en el coche y comenzó a llover intensamente, era una tormenta de verano, y mi hija dijo "el cielo está llorando". No sé si tiene que ver con todo lo anterior pero es una frase que tengo ahí guardada y que me hace pensar. ¿Es algo sin ninguna importancia, algo que puede decir cualquier niño? ¿era una muestra de inteligencia? ¿tenía  algo que ver lo que mi hija había vivido hasta entonces, como los cuentos que veíamos juntos? El caso es que me encanta la situación, una tormenta de verano, y la frase "el cielo está llorando".

lunes, 24 de julio de 2017

Don't hate the haters

¿Hay algo más tonto que un hater? ¿Hay algo más triste que un hater? Antiguamente los haters se refugiaban en los bares. Entonces aún no se les conocía como tales (quizás sí en países angloparlantes). Todos somos un poco haters, let's face it. Todos somos un poco tontos y un poco tristes; pero algunos más. Una buena razón para odiar a alguien en el día a día es que le nombren tu jefe en el trabajo. ¿Ves?, te pillé. Otra buena razón es que sea más alto, más guapo, más listo, más rico que tú/yo. Otra buena razón es que sea más feo, más bajito, más tonto (aunque esta condición es difícil de cumplir). El hater se siente reconfortado cuando berrea, es un desahogo a sus frustraciones. Es hater el que no puede ser otra cosa, el que se aburre. Y el envidioso, claro. Hay dos posibles soluciones para acabar con los haters: ganar la batalla del odio odiándoles tú más o intentar el truco de la educación. Esta segunda opción es mucho más trabajosa, pero a la larga resulta muchísimo mejor. Mientras tanto tampoco está mal que se pongan unas multas. Pero eso sí, es importante: don't ever hate the haters.

martes, 18 de julio de 2017

Dearest (Dedicated to the One I Love)

Buddy Holly tenía 22 años cuando murió al estrellarse la avioneta en la que viajaba. Sucedió el tres de febrero de 1959. Apenas unos días antes, en enero, había grabado en su apartamento de Nueva York esta versión de "Dearest", canción originalmente publicada por Mickey & Sylvia dos años antes. Con solo la guitarra eléctrica y su voz hace suyo el tema y contagia la emoción. Unos años más tarde se publicaría con arreglos instrumentales y coros añadidos, y con el curioso título de "Umm Oh Yeah". Dedicado a la más cercana a mi corazón.

martes, 11 de julio de 2017

El diablo en mi cabeza

Cuando un general romano celebraba una gran victoria con una marcha triunfal dicen que un esclavo se situaba a su espalda y le iba susurrando al oído "recuerda que solo eres un hombre mortal". Hace ya una temporada que vengo oyendo en mi cabeza una voz similar. Me ha repetido tantas veces que voy a morir que ya lo tengo casi asumido. De hecho creo que ya estoy un poco muerto. Pero no me dice solo eso. Se ha convertido en una especie de segunda opinión que va comentando, implacable, todos mis comportamientos y reacciones. O mis omisiones, que no son pocas. Si algo me contraría, me dice "te molestas por eso, pero ¿no será que la verdadera razón es que estás insatisfecho contigo mismo?". Me entero de un joven médico que va este verano a colaborar con una ONG a África y empiezo a admirarle y me susurra la voz "ya, un mes y medio a África y además de hacer turismo se autojustifica para años de vida acomodada, puro egoísmo". Le planto cara y empiezo a rebatirle y me interrumpe para rematar "claro que para egoísta, tú, ya sabes por qué te lo digo". La voz del mismo diablo, me empieza a parecer. Si me emociono me pasa un pañuelo y comenta "bien, es curioso, unas lágrimas y te sientes mejor". Y luego añade "pero yo también soy tú, y yo no me emociono, así que ¿te emocionas de verdad o es un truco que tienes?". Bueno, procuro no hacerle mucho caso. Además una segunda opinión siempre viene bien, aunque sea la de un cenizo. Y por cierto, lo del esclavo susurrando parece que es más una enseñanza moral que se quería trasmitir que un hecho histórico contrastado.