lunes, 31 de diciembre de 2012

En positivo, sin uvas, con sonrisa.

Parece ser que no se puede demostrar que la vida tenga sentido, y tampoco que no lo tenga; así que el sentimiento general podría ser de zozobra. El futuro desde luego es incierto (e la vita difficile) y no hay objetivamente muchas razones para sentirse optimistas, y no me refiero a la coyuntura económica en especial. Todo esto cuando vamos a sumar un año más al calendario y se nos puede ocurrir, animados por el ambiente, reflexionar al respecto. Y pensando (deslavazadamente) se me ocurre que de los tres verbos más útiles (o esenciales o filosóficos) del castellano, ser, estar y tener, a dos les afecta la crisis y al tercero, que es el primero, no. Nada ni nadie nos impide ser, y aquí que ponga cada uno el contenido. En cuanto al sentido de la vida me gusta esta definición: Es no hacérsela más difícil a los demás. Así que el nuevo año lo veo con optimismo o por lo menos con una sonrisa (el lenguaje universal de los inteligentes, Victor Ruiz Iriarte) porque quiero y porque así será más fácil ser feliz (de un modo razonable, claro).

martes, 4 de diciembre de 2012

Ocurrencias

Mis morbosas inclinaciones me llevan a pensar de cuando en cuando en todos los seres humanos que han pasado por la tierra y a compararlos con los que ahora mismo estamos pasando. Una teoría dice que los vivos en este momento superamos en número a los muertos de toda la historia y si fuera así concluyo que la probabilidad de estar vivo es mayor que la de estar muerto, lo que resulta esperanzador. Un problema derivado sería el de los ángeles de la guarda: El mío, ¿se está estrenando con mi caso o tiene experiencia previa?. Por desgracia parece que en realidad los difuntos nos ganan en proporción de siete a uno. Visto así la estadística resulta desmoralizadora, aunque nos queda el consuelo de que nuestros ángeles de la guarda estarían avalados por una larga experiencia.