miércoles, 18 de enero de 2017

Del paso del tiempo

Había una escritora que apostaba por no usar adjetivos. Razonaba que sólo servían para añadir información superflua. Así, si tenemos un árbol, ¿qué más da si es grande o pequeño?, es un árbol y ya hemos dicho suficiente al respecto, sigamos con nuestra narración. Bueno, estoy por la concisión en las exposiciones, pero ningún adjetivo... me parece excesivo. Otro escritor comentaba que había que evitar el uso de adverbios acabados en mente. Desgraciadamente es un consejo que aunque me parece bastante acertado, por las palabras extraordinariamente largas que se generan, no consigo seguir. Esta introducción (que no tiene nada que ver con el paso del tiempo) ha sido motivada por el comienzo real, por la primera palabra, de esta entrada. Allá va. Comienzo real de la entrada. Últimamente en los momentos de relajación, de cierta paz, me asalta un pensamiento recurrente: ojalá el tiempo se detuviera ahora, que este instante durase para siempre. O no este instante, esta tarde, estos días. Que esta semana no se acabara nunca. Que este respiro entre preocupaciones, ausencias, angustias, fuera eterno. Que nos pase como a Aquiles, que nunca alcancemos a la tortuga. Anoche tuve un sueño que de alguna manera veo conectado con este deseo de frenar el (paso del) tiempo. No recuerdo gran cosa, sólo que un hombre con pelo largo y barba hablaba, divagaba, sobre esto y aquello. Parecía el típico personaje al que le gusta distinguirse, ser original y nadar a poder ser a contracorriente. Y cuando acababa su perorata, su despedida, que me ha sorprendido y confirmado mi impresión de su firme propósito de ser original, su despedida, digo, ha sido "hasta ayer". No "hasta mañana", o "hasta luego" o "hasta siempre", sino "hasta ayer". Aquí lo enlazo con ese deseo de ralentizar el tiempo. "Hasta ayer", o sea que el día siguiente no será mañana, sino ayer. Ayer nos veremos otra vez y seguiremos aferrándonos al presente. Hago mía la despedida (¿o ya era mía porque la he soñado?). A los que habéis llegado hasta aquí conmigo, ¡hasta ayer!.