viernes, 15 de junio de 2012

Sintonizador personal

Sobre nuestra percepción del mundo. Hay una analogía que me parece bastante acertada. Es la de que somos como un receptor de televisión en el que se pueden ver una serie de canales situados en una banda de frecuencias determinada. Este ancho de banda es personal, cada uno tenemos el nuestro. El mundo que podemos ver es el que sucede en esos canales; y el mundo que no vemos todo lo demás, todo lo que sucede fuera de nuestra gama de frecuencias. Un ejemplo tonto: En un partido de baloncesto que están dando por la tele (no mezclar conceptos, ir a la idea) en medio de una jugada aparece un (tío disfrazado de) gorila que cruza la pista corriendo. Hecha la encuesta pertinente resulta que una buena fracción de los telespectadores no han visto al gorila (o sí lo han visto pero no son conscientes de ello). La explicación de acuerdo a nuestra analogía es que ese suceso no entraba en los esquemas mentales de esas personas. Es un suceso emitido en una frecuencia fuera del alcance de mi sintonizador vital. Otro ejemplo; la impresión que nos causan las personas, nuestros prójimos, el peligroso ejercicio de juzgar. Decidimos que éste o áquel o ésa es así de listo o de tonto, de valiente o de temeroso, de soberbio o de humilde. ¿No puede ser que eso sea así sólo en nuestra pequeña parte del espectro?. Conclusión, sería interesante poder acceder a más canales; aunque en todo caso nunca podremos verlos todos a la vez.

viernes, 1 de junio de 2012

Buenas intenciones

Apuesto a que has fantaseado alguna vez con volver a vivir tu vida con la "pequeña" ventaja de ver venir el futuro y así poder cambiar un par de decisiones estratégicas. Y ya puestos, cambiar también algunos comportamientos, como no haberte enfadado aquella vez por aquella tontería (porque visto desde la distancia, ¿hay algo que no sea una tontería?), o haber sabido disfrutar de tantos momentos desaprovechados, etcétera. Esa tentación de inventar otra vida me asalta a menudo. Será porque no estoy contento con ésta. Pero me resisto a la fantasía. Por dos razones. Porque no es posible la vuelta atrás y porque aunque lo fuera no creo que yo pudiera ser distinto. Cometería los mismos errores; o no exactamente los mismos pero sí otros muy parecidos. Así que me digo que si me parece que lo hecho hasta hoy es mejorable, lo mejor que puedo hacer es tomar nota para el futuro. ¿Para el futuro?. No, no hay más futuro que ahora mismo. No enfadarme hoy por ninguna tontería,  disfrutar hoy de estos momentos. Pero claro, hay un inconveniente; sigo siendo yo. Dejémoslo en que hay que intentarlo.