martes, 26 de septiembre de 2023

Puentes

    Toda la vida para descubrir que no conocemos a nadie, ni a las personas más cercanas. Sin embargo… Eran los años ochenta y ella estudiaba ingeniería. Un catedrático de otra escuela, de la escuela de Caminos, buscaba estudiantes para un trabajo de campo durante el verano. Al catedrático se le había ocurrido publicar una serie de catálogos, por provincias, de puentes anteriores a 1936. Él mismo era una eminencia que había rehabilitado o construido un buen número de puentes.
    Una amiga y ella consiguieron el encargo para el primer tomo, dedicado a una provincia del norte de Castilla. No me digas que no es un buen planteamiento para una road movie: verano, dos chicas en un utilitario de circunstancias documentando puentes antiguos. Contaban con cierta información de partida pero no fue suficiente, tuvieron que buscarse la vida.
    Se hicieron con un mapa y rodearon con un círculo rojo cada cruce de una vía con un río, esbozaron un plan eligiendo media docena de localidades como campamentos base y se lanzaron a la carretera. Era un tórrido julio, las ventanillas abiertas y Cindy Lauper a tope en el cassette, oh girls, they wanna have fun.
    Los viejos puentes las enamoraron. Los fotografiaban, los medían, los dibujaban, preguntaban en los ayuntamientos. Puentes de hierro que ya no verían ningún tren, puentes de piedra desgastada en caminos sin asfaltar, estrechos puentes de un solo ojo que se levantaban sobre el cauce del río como la joroba de un dromedario. El paisaje, valles y montañas, campos de cereal. Y la gente; los bares de carretera, los hostales, las comidas en tascas como de película en blanco y negro, pequeñas aventuras en las fiestas de algún pueblo y risas a cuenta del pesado de turno.
    El catálogo se publicó y unos años más tarde salió otro, en dos tomos, de otra provincia. Pero ninguno más. El catedrático ya falleció y, lo que nos importa más, ella también; antes de tiempo, sí. Este mes ha hecho diez años.

No hay comentarios: