lunes, 4 de febrero de 2019

La verdad de Caronte

Dice Canetti que escribir implica siempre esperanza. Bueno, esto es escribir, ¿no?; me place Canetti, muy bueno lo tuyo (a ver si te leo). Además de dar esperanza otra misión de los escritores es contar (o cantar) las verdades del barquero. Cuenta Javier Cercas que charlando con un amigo sobre los requisitos a cumplir para que una sociedad resulte medio decente han llegado a la conclusión de que hay tres figuras que son imprescindibles: la figura del maestro, la del médico y la del que dice "no". Cercas apunta sobre todo a la tercera, a ese Pepito Grillo que cuando todos tiran por un lado se sube a una silla, pega un grito y cuando se vuelven a mirarle dice "¡no!, es por el otro lado". Sin duda esa voz es, o sería, necesaria, pero mi duda es cómo sabríamos reconocerla (con tanto visionario diciendo que ¡no! y que ¡sí! y que ¡según!). Pero lo que quería comentar se refiere a las otras dos figuras previas, al maestro y al médico (si son mujeres mejor que mejor). Dice Cercas que el maestro nos enseña a vivir, y sí, no puedo estar más de acuerdo. Llevo un tiempo, bastante, pensando que todo es cuestión de educación, Si no nos educamos, si no aprendemos a vivir, todo irá mal (o irá peor). Y dice seguido, y esto es lo que de verdad me llama la atención de la teoría, que el médico nos enseña a morir. Algo sospechaba. La respuesta a la pregunta "¿qué hace el médico?" suele ser "curar", o matizando "intentar curar", y la sensación que percibo en el ambiente es que cada muerte se ve, en parte, como un fracaso del médico. Me parece a mí que andamos despistados, que cuando se habla de tasas de supervivencia nos olvidamos, a propósito, de que la tasa de supervivencia a un poco más de plazo es cero (médicos incluidos). El maestro enseña a vivir y el médico a morir, así debería ser, ¿ya lo saben ellos?

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