viernes, 31 de agosto de 2018

Querido lector

Querido lector, hace tiempo que vengo pensando que te debo unas palabras, un reconocimiento, un gesto. No estoy muy seguro de qué quiero expresar al declararte "querido", pero algo me dice que así debo decirlo. Cada entrada de este blog es (casi) nada hasta que alguien (tú mismo) la lee. Sin lectores esto es un soliloquio, un hombre que habla solo por la calle. Un discurso autocompasivo de alguien que se consuela porque quiere. Cuando por las razones que sean otro lo lee los significados se multiplican como en un juego de espejos. El texto vale más y creo que si el lector se detiene en una frase y la vuelve a leer pensativo suena hasta música (violines). Los tiempos y la tecnología hacen posible esta (extraña) forma de comunicación. No tenemos que salir de casa, ni yo para hablar al viento, ni tú para oír esta entre todas las voces. Un pequeño milagro por el que estoy agradecido y que es posible porque el que escribe y el que lee, los dos, somos seres humanos que hacen lo único que nos da vida, nos comunicamos, compartimos algo (gustos, miedos). Así que querido lector, me haces sentir genial, no dejes de leerme.

martes, 21 de agosto de 2018

Nuevo patrón de medida, una propuesta

El espacio se está expandiendo y cada vez más rápido. ¿Cómo de grande es el universo? Resulta que no tenemos ni idea, puede que hasta sea infinito. Solo sabemos hasta dónde se ve desde aquí, lo que llaman el universo visible, una esfera de unos 46000 años luz de radio y subiendo (cada día nos llega la luz de estrellas que están un poco más lejos y hasta ahora no veíamos). Me he informado de esto porque veo un cierto paralelismo entre el tamaño del universo y el de mi ignorancia. Si el año luz es la unidad que mide distancias astronómicas, quiero proponer otra unidad para medir la ignorancia humana. Este patrón sería la información contenida en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América (la más grande del mundo mientras los chinos no digan lo contrario). Esta unidad no es fija, también va aumentando, claro, ¡todo es relativo!. En un cálculo más intuitivo que otra cosa tenía estimada mi ignorancia en unas dos veces la citada "biblioteca del congreso". Ya de por sí, debido al carácter creciente de la unidad propuesta, la BCEUA, la ignorancia tiende a crecer, como la entropía. En la línea del universo en expansión y los nuevos descubrimientos científicos, con los años me he ido dando cuenta de que mi ignorancia es mayor de lo que pensaba. Ahora mismo calculo unas cuatro unidades BCEUA. Me lo repito con todas las palabras (me gusta como suena): el tamaño de mi ignorancia es unas cuatro veces la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América. Aunque como en el caso del universo, quién me dice que no sea infinita...

jueves, 16 de agosto de 2018

El derby

No queremos, pero hemos venido al mundo a competir. Sí, somos amigos, vale, pero yo soy más listo y estoy en mejor forma. Nos podemos pasar toda la vida negando ser unos perdedores (o acabar acostumbrándonos, lo que es más habitual). Bueno la solución es fácil, para eso está el autoengaño, todos somos triunfadores en nuestra cabeza. ¿No es más bien inexplicable que alguien se alegre (o me alegre) por ganar un partido de fútbol?. Se ha demostrado más habilidad en un juego (o más suerte), ¿importa?. El instinto de la especie nos condiciona. Competir es lo que nos pide nuestra naturaleza para sobrevivir. Pero si no nos jugamos la vida la razón me dice que competir es muchas veces absurdo. Sé que no soy el más listo, ni el más guapo, ni el más rápido. Lo que debo intentar en todo caso es hacerlo lo mejor que pueda. Eso y mantener un espíritu lúdico (y la curiosidad). O sea ser niños y competir en broma, intentar despistar al tiempo. Me gustó la observación flemática de aquel (inglés, supongo) que cuestionado por no querer ir al hipódromo a ver las carreras dijo: "soy consciente de que hay caballos que corren más que otros".

miércoles, 8 de agosto de 2018

Ruta 66

La ruta 66, que ya no figura oficialmente en la red de carreteras, atravesaba Estados Unidos desde Chicago hasta Los Ángeles. En "Las uvas de la ira" es la vía que utiliza la familia Joad (en su caso desde Oklahoma) para dirigirse a California. En 1946 Bobby Troup se inspiró en el viaje que él mismo realizó con su mujer para componer el tema con sabor jazzístico que grabaría ese año el trío de Nat King Cole. En los años sucesivos se convirtió en otro standard americano. En 1961 Chuck Berry da vuelta al tema como si fuera un calcetín y lo convierte en esta trepidante versión. En 2006 sonaba en la película de animación "Cars", que a su vez también se inspiraba en la mítica ruta. Get your kicks on Route 66!
https://www.youtube.com/watch?v=BCLwRrBlY9Y