lunes, 8 de junio de 2009

Sobre la hierba, sin esplendor.

Devorado por los bichitos de la primavera. Me tumbé en la hierba, cometí ese error. Tengo la sangre dulce, mi sangre es un imán irresistible para los pequeños vampiros que pululan libres en la naturaleza. Y tuvieron su festín. Es el precio de ser uno con la madre Tierra. De unirme en plena comunión con mis hermanos insectos. Mis hermanas vacas se aproximaron también. No con la intención de chuparme la sangre, espero. De hecho cuando me incorporé, algo preocupado por la creciente cercanía de las, dos, astadas, éstas recularon lentamente. Eso fue antesdeayer. Ayer, por razones que desconozco (el tiempo de incubación, quizás), no sentí nada anormal. Hoy sí. Hoy siento el picor (la comezón americana) de las múltiples picaduras que tengo; algunas en partes insospechadas de mi anatomía. Y me rasco.

1 comentario:

Mon dijo...

El picor nos recuerda que lo diminuto puede ser tremendo!!! Yo antes tenia la sangre dulce ( dicen para no agobiarte ) pero ahora... me han dado por sangre no aceptable y pican menos! Y no me importa nada!

Eso de ser dulce... a veces... no vale la pena!

Un besote y cuidado! si rascas pica mas jajjaja

( me alegro del regreso)