sábado, 19 de septiembre de 2009

Mea culpa

De vez en cuando escucho, leo o me viene sin más a la memoria (RAM), una palabra, una frase que parece surgir del pasado. Algo que se decía en mi casa, o en la escuela, o en la iglesia. Así me ha venido aquello de "mea culpa, mea culpa, mea grandísima culpa". Y claro, como casi siempre, lo mezclo todo. Es parte del "Yo pecador", y en castellano era, y es, "por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa". En latín es "mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa". De niño todavía asistí a misas en latín con el sacerdote de espaldas a la parroquia, pero de frente a la representación de Dios (ya que el mismo Dios no es fácilmente localizable). Comprendo ahora que a muchos les pareciera un sacrilegio dar la espalda a las figuras del retablo. Después de casi dos mil años con los fieles detrás, quizás el cura ya no se podía fiar y tuvo que volverse para controlar a los asistentes más revoltosos. La culpa parece ser una característica importante del catolicismo, y diversas fuentes insisten en afirmarlo: Gente que ha leído y meditado mucho, especialistas en religiones comparadas. Yo he llegado al final del todo y me he quedado con la conclusión: La culpa nos oprime, no nos deja ser felices. Así será, pero ¿soy culpable?. No de recién nacido; pero luego, casi seguro que sí.

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