miércoles, 16 de octubre de 2019

Pequeño comentario con dos o tres citas

Sale uno del taller (de literatura) con una marejadilla de ideas en la cabeza. La cuestión más importante, cómo vivir, sí. La visión única del mundo de cada cual, sí. Lo que piensas cerrando los ojos antes de dormir, sí. La primera frase del libro de Sarah Bakewell: El siglo XXI está lleno de gente que está llena de sí misma, sí. Sí a todo, aunque la última ha escocido... Un consejo habitual: Dilo con tus propias palabras. Por un lado no sabría hacerlo de otra forma, por otro no va a poder ser, no poseo ninguna palabra propia, todas son prestadas. Una frase que se atribuye a Abraham Lincoln: "Todos nacemos iguales pero es la última vez que lo somos". Dudo que sea suya, pero me gusta. Nacemos iguales, desnudos y sin una sola palabra que llevarnos al entendimiento. Antes de cumplir el año nos hacemos con la primera, que suele ser "no". Pronto construimos nuestra primera oración y empezamos a ser distintos según nos adentramos en el comunismo primigenio que es el lenguaje. Digo lenguaje y me refiero a todas las lenguas. Cada lengua es también una forma diferente de pensar. Las palabras, la sintaxis, están ahí para todos por igual. El uso del lenguaje es la democracia perfecta del comunismo utópico, lo que seguramente inspiró a Marx y a Engels. Este comunismo no significa café para todos, sino palabras para todos. Si el lenguaje fuera una doctrina su mística sería la poesía y el templo donde su culto tradicionalmente se ha practicado la biblioteca pública. Ursula Le Guin escribió: “Mi definición particular de libertad es tener privilegios de acceso en la biblioteca de la Universidad de Harvard”. Devotos o no de esa religión, todos participamos de su liturgia y con las palabras formamos nuestra visión del mundo, contamos con los dedos antes de dormir, consideramos la cuestión más importante y, supongo que también, nos llenamos poco a poco de nosotros mismos.

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