Duroderroer
...with no particular place to go.
jueves, 20 de noviembre de 2025
El sexo, la guerra y Woody Allen
Dicho esto y después de dar las gracias a la RAE, nos podemos preguntar por qué esa obsesión de relacionar sexo y obscenidad y esa otra de lamentar los males de la guerra pero aceptar su existencia como inevitable e incluso necesaria. La sombra de la religión sigue siendo alargada. La doctrina dice que fuera del matrimonio, y según como también dentro, el sexo es obsceno, además de pecado.
Woody Allen a la pregunta de si el sexo es sucio, respondía que sí, cuando se hace bien. Ese aspecto lúdico es importante. En la película “Love and Death”, “Amor y muerte”, una parodia-homenaje de “Guerra y paz”, Diane Keaton le decía a Woody que el sexo sin amor es una experiencia vacía; y él respondía que sí, pero que como experiencia vacía es una de las mejores.
En cuanto a la guerra su personaje en "Annie Hall" había sido declarado apto únicamente para ser rehén. ¿Es la guerra obscena? Pues sí, además de otras muchas cosas. ¿Y el sexo, es obsceno? No, en principio. La diferencia entre el sexo y la guerra es que mientras en el sexo la práctica es mejor que la teoría, en la guerra lo recomendable es quedarse en el plano teórico y evitar a toda costa el práctico. Resumiendo: el sexo es necesario, la guerra no.
lunes, 17 de noviembre de 2025
Desde este lado del tiempo
La vida es un viaje donde se entra por una esquina del tiempo y, después de un intervalo de duración desconocida, se sale por otra. Con veinte años se está en ese lado y con los míos en este otro. Ya que estoy aquí, me animo a comentar algo. Son impresiones subjetivas que, vistas ahora, puede que sean, para mi sorpresa, también objetivas.
La impresión, por ejemplo, de que es bueno tomar decisiones y tener un plan y unas metas; pero muchas veces, pongas o no algo de tu parte, las cosas pasan, sin más. O la impresión de que con veinte años, o con dieciocho, un ser humano normal, o anormal, da igual, ansía un amor. Es así, no sé por qué. No sé qué es el amor, ni siquiera sé si existe o es un invento cultural; lo que sí sé es que lo ansiamos. Un amor con su incendio y su convivencia, con su pasión y su compromiso.
Bien, desde este lado del tiempo te lo digo; si no ha llegado, llegará. Vivirás una historia de amor, la que sueñas u otra perfectamente homologable. Tarde o temprano el amor llegará... y pasará. Pasará porque todo pasa, no por otra cosa. Y si hay varias historias, habrá una que será “la historia”.
Y otra impresión, la última por hoy, que me atañe más bien a mí. La impresión de que según se va uno adentrando en este lado del tiempo se tiene esa idea recurrente de pensar qué hubieras hecho entonces sabiendo lo que sabes ahora. Y cada vez lo veo más claro, hubiera hecho lo mismo, o parecido, porque saber, saber, no sabemos nada, o a lo sumo, como se dice, sabemos a tocino cuando nos untan. Dicho en primera persona, sé a tocino cuando me untan; porque se dice así, sé.
viernes, 14 de noviembre de 2025
Instantáneas (2)
Recuerdo que veíamos películas de Charlot en el cine y en una escena donde ardía una casa una voz en off decía que se me quema la casa, que se me casa la quema.
Recuerdo en la iglesia a los hombres a la izquierda y las mujeres a la derecha.
Recuerdo que cuando desmontaron los autos de choque encontré una moneda en el suelo.
Recuerdo que teníamos un disco con un cuento de Navidad que nos daba miedo.
Recuerdo la trampilla para bajar al sótano en casa de mis abuelos.
Recuerdo que no me importaba que me llamaran cuatro-ojos ni que me cantasen Javi, javoneta, toca la trompeta.
Recuerdo que en la primera comunión renunciamos a Satanás.
Recuerdo a mi tío en Nochevieja disfrazado de mujer.
Recuerdo el parche que me pusieron porque tenía un ojo vago.
Recuerdo cuando hicieron la acera delante de nuestra casa.
Recuerdo que al ir a la cama nos dejaban la luz del pasillo encendida.
Recuerdo que en fiestas salíamos al balcón para ver los fuegos artificiales.
Recuerdo que no quise ver a mi abuela muerta en su velatorio.
Recuerdo la caseta de tiro al blanco donde había que partir un palillo disparando una chimbera.
Recuerdo que nos montábamos en el burro en casa del tío Tomás.
Recuerdo que los domingos después de comer rezábamos el rosario y luego veíamos una serie de vaqueros en la televisión.
Recuerdo que vino a la escuela un chico nuevo que era de Villadiego.
Recuerdo a mi padre, en navidades, sentado en el suelo de la cocina, rodeado de niños, contándonos una historia inventada.
martes, 11 de noviembre de 2025
Instantáneas (1)
Recuerdo que aprendí a pedalear en una bici destartalada.
Recuerdo la estrada que subía hacia la iglesia entre muros de piedra.
Recuerdo estar debajo de la mesa de costura en casa de mi amigo Josi.
Recuerdo que mi abuelo me enseñó a coger bien el lápiz.
Recuerdo que con cinco años llamé macaco al maestro y me echó de clase.
Recuerdo a mi hermana y mis primas con trenzas y falda escocesa.
Recuerdo que en una pensión de Logroño, de vacaciones, nos ponían tortilla de patatas para cenar.
Recuerdo que aprendíamos el catecismo de memoria.
Recuerdo que jugábamos a primis en el frontón.
Recuerdo que donde la tía Mari cambié un conejo a la jaula de otro y luego apareció muerto.
Recuerdo que por la tarde en la escuela cantábamos el "Cara al sol".
Recuerdo que mi abuela vino a cuidarnos cuando mi madre se puso de parto.
Recuerdo que los sábados oíamos un programa infantil en la radio.
Recuerdo una vez con mi primo Iñaki comiendo unas uvas ácidas que daban escalofríos.
Recuerdo que el maestro nos mandaba a por leña para la estufa.
Recuerdo que llegó una carta y luego mi madre habló medio llorando con mi tía.
Recuerdo que una vez nos arrodillamos en la calle al oír la campanilla y ver pasar de lejos a un cura y un monaguillo.
Recuerdo que mi banqueta de la cocina era la roja.
Recuerdo que en la comunión de mi prima Mariajesús bebí vino y me pusieron en una cama a dormir.
Recuerdo la imitación de Cantinflas en una función de la catequesis.
Recuerdo que cuando pasaba un avión a reacción decíamos que era el de los Reyes Magos y la estela que dejaba era donde llevaba los juguetes.
sábado, 8 de noviembre de 2025
Introducción
Unos años después Georges Perec publicó su “Je me souviens”, donde reconocía que se inspiraba en el libro de Brainard. Aunque Google traduce esa expresión francesa como “recuerdo”, en la traducción literaria de Yolanda Morató aparece, otra vez, como “Me acuerdo”; tal vez por seguir el precedente del “I remember”.
Curiosamente, décadas más tarde, Nora Ephron tituló “No me acuerdo de nada” un libro suyo de ensayos. La verdad es que me identifico más con este título que con el otro.
Volviendo a los “Me acuerdo”s, la idea era la de confeccionar una lista en la que cada recuerdo se rememora en un texto breve, a poder ser condensado en una sola frase. Memoria fragmentada, ha dicho alguien. Ah, y cada frase comienza por ese “me acuerdo”.
Pero para mí que recordar y acordarse son lo mismo y no lo son. Recordar tiene un matiz de voluntariedad, me pongo a ello y recuerdo; mientras que acordarse lo tiene de involuntariedad, de pronto, por asociación de ideas o porque sí, me acuerdo de algo. Por eso, si tengo que escribir mi lista de fragmentos biográficos optaría por “recuerdo” en lugar de “me acuerdo”.
Si tengo que… no tengo ninguna obligación, por supuesto; pero esa forma de contar me viene bien porque mis recuerdos suelen ser así, flashes de la memoria, instantáneas sin contexto. Como estos...
miércoles, 5 de noviembre de 2025
Futura publicación
Envié el documento a una editorial pequeña, pensando que así me harían más caso. No me contestaron en ningún sentido; supongo que es lo normal, es tan fácil mandar un correo electrónico... No por ello pierdo la esperanza de publicar algo en el futuro, claro que no.
Probablemente, especulo, será a título póstumo; con la ventaja de que no tendré que hacer nada, serán otros los que “me descubran” y no podrán hacerme ir a ninguna feria del libro a esperar sentado, con cara de circunstancias, a que aparezca algún interesado mientras en la caseta de al lado el autor del momento firma ejemplares hasta hacerse sangre en la mano. La pena será que tampoco estaré allí para sostener el libro en mis manos, sopesarlo, aspirar su olor, abrirlo al azar y leer unas líneas.
Doy por supuesto que no será un éxito; será solo —y nada menos que— una pequeña joya para amantes de la literatura. Como veis me conformo con poco. En cuando al género, creo que podría considerarse un dietario, porque en un dietario entra todo y, además, hay un libro de Vila-Matas que me gustó mucho y que se titula, precisamente, “Dietario voluble”.
domingo, 2 de noviembre de 2025
Zapatos nuevos
Tengo que aflojar bien los cordones para hacer sitio a la hora de meter el empeine, luego sujeto la lengüeta con los dedos, introduzco el pie en el zapato, con cuidado de no enganchar el calcetín en la lengüeta, tenso de nuevo los cordones y finalmente los ato (de esa forma que conocen mejor mis dedos que mi cerebro). A esto hay que sumar la operación, más fácil, de descalzarse.
Desde el punto de vista de la organización del trabajo (del trabajo de vivir) estos zapatos no son demasiado eficientes. Mira que había otros, en la zapatería, con cierre de velcro. Estuve tentado de probármelos pero al final su estética no me convenció.
La cuenta que hago, que hace mi espíritu de ingeniero de organización, es el tiempo que me va a llevar calzarme y descalzarme estos zapatos nuevos y buenos que utilizaré a diario. Tiempo que hay que añadir al que ya empleaba en todas esas tareas cotidianas, rutinarias y necesarias: cepillarse los dientes, ducharse, vestirse, desvestirse, ir al baño, comer, dormir y, si te pones quisquilloso, en trabajar, cuando el trabajo es una aburrida repetición.
Todo ese tiempo hay que restarlo de la edad de cada uno para obtener el tiempo de vida neto. Comparándolo con lo que hagamos de fundamento en la vida nos dará nuestro grado de eficiencia vital. Un dato que, por suerte, nunca sabremos.