viernes, 25 de septiembre de 2020

El blues de la polimerasa

Cazo al vuelo esta frase de la tele (un periodista en directo desde algún pueblo): ...además de los tradicionales pe-ce-erres... oh my god, los tradicionales, los míticos, los entrañables pe-ce-erres; y hace solo unos meses que se han hecho populares. Me entero (y me convierto en un patético enterao) que PCR son las siglas de polymerase chain reaction, y me da la impresión de que el nombre no está bien aplicado a una prueba para la detección del coronavirus (con perdón), ya que solo se refiere al primer paso, a la multiplicación (repetición en cadena) del ADN (que eso es el PCR) previa a lo que sea que se haga para decidir si estás contagiado o no. Este “lo que sea que se haga” me recuerda la estupefacción que me causó ver hace tiempo como se hacía alguna prueba de dopaje a ciclistas: había que deducir si el resultado era positivo o negativo observando unas manchas difusas obtenidas de lo que sea que se hiciera entonces. Por muy experto que fuera el ojo del técnico de laboratorio, aquello me pareció algo de lo más chapucero. Las pruebas pe-ce-erre son ya parte del folklore, del rico acervo popular, y no pueden faltar en ninguna no-fiesta. Me imagino como serán recordadas en unos años, qué digo años, en otros pocos meses: ¿te acuerdas de las pe-ce-erres?, jo, te metían un palito por la nariz hasta que te tocaba el cerebro.

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