Tenía en casa
una libreta de propaganda, híbrida de bloc de notas y moleskine,
con su boli incorporado y su goma elástica, y hace cosa de un año
decidí darle uso apuntando frases que se me ocurrieran. Como
actividad complementaria también he ido copiando algunas citas,
estas empezando por la última página, para no mezclarlas. De las
primeras hasta ahora he escrito dieciocho. Para una mina de carbón,
una ruina; para una de diamantes, ni tan mal. Pero bueno, no son
diamantes. No son, todas, apotegmas. Dice el diccionario, apotegma:
dicho breve, sentencioso y feliz. Si un apotegma es feliz, una máxima
puede ser solemne y un adagio musical. Las repaso y el tono general
es pesimista, descreído, no me gusto demasiado en ellas. La más
reciente es de la semana pasada: “Valgo lo que mi última lectura”.
No muy original, pero eufónica; la nombro adagio. "Valgo", comienzo en
alto y posible título para un libro de autoayuda; luego sigue, “lo
que mi”, tres monosílabos que son casi un puente melódico, ...lo
que mi.. ..do re mi... Y el final, “última lectura”, si tienes
dudas pon una esdrújula, es el redoble que subraya el sustantivo, la
palabra clave, lectura, que tan cerca está de lección. Pensando en
el grado de originalidad, adapto el “oir, ver y callar” y me
apunto este lema “oir, ver, leer, callar y escribir”. Hay
autores, pero sobre todo hay co-autores. Una, que recuperé de la entrada del 18 de enero de 2016 y que propongo como
máxima: “El resultado natural de cualquier interacción entre dos
seres humanos es un malentendido”. Si esta frase volara sería un
Tupolev, cargado de cuatrisílabos. Excavada en el corazón de la
montaña es un honesto trozo de antracita que podría quitar el frío
una tarde de invierno a un estudiante de filosofía. La que más se
acerca, en versión pop, a la felicidad del apotegma creo que es
esta: “Decimos I love you, queriendo decir love me tender”.
Bilingüe, con ese “love me tender” tomado de la canción de
Elvis. Tal vez sea una canica de cristal pero quiero ver un pequeño
brillante. En el cielo sería un caza Spitfire sobrevolando los
acantilados de Dover.
Post Scriptum:
Estas líneas me han sugerido otra frase, la decimonovena de la
libreta. Además, me ha salido en verso: “Leerse a uno mismo es un
tipo de onanismo”.
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