domingo, 9 de febrero de 2020

El destino

Nihilismo es la doctrina de un filósofo deprimido. No soy filósofo y no puedo ser nihilista, aunque de vez en cuando puedo pensar, como todo el mundo, que nada tiene sentido. Resulta que “sentido” tiene las mismas letras que “destino” (de alguna forma el destino tiene sentido). Me jubilé en agosto pasado. O me jubilaron, no lo tengo claro. El dudoso júbilo de la jubilación. Un hito es, desde luego. Un cambio de forma de vida, etcétera. No tengo nada qué decir respecto al destino, pero al estar jubilado... El destino prosaico es el del tren a Lisboa estacionado en vía tres que efectuará su salida a las cuatro p.m.. Este destino lo entiendo, si bien “efectuará su salida” es una forma extraña de decir “saldrá” y salvando que no es seguro que llegue hasta Lisboa (aunque sí bastante probable). El otro destino, el sino, hado o fortuna, es más discutible ¿El destino ya está escrito?, ¿hagamos lo que hagamos no podremos escapar a él?. Escrito, en cuanto al porvenir, no está. Lo que sí es cierto es que de todos los futuros que podrían suceder, solo va a cobrar realidad uno, uno solo. Y ese, claro, es nuestro destino, y cuando llegue podremos decir: este es mi destino que me estaba esperando, este y ningún otro. El presente, el ahora, es el destino que se está cumpliendo en riguroso directo y el pasado es el destino que se cumplió y que ya está escrito; aunque, eso sí, de mil formas distintas.

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