martes, 3 de marzo de 2020

La amiga americana

Dice la tía Mari que el sábado Pedrito va a traer a su amiga americana.
—¿Su novia? — le pregunta el sobrino.
—Ah, eso es información confidencial, y novia... no seas tan anticuado.
La tía Mari, una antigua moderna, piensa el sobrino, y añade
—Son pareja entonces.
—Como la escuadra y el cartabón —le contesta la tía al sobrino, que soy yo y que se queda pensativo. La chica americana, no hay más datos. Americana de los Estados Unidos, si no hubiera dicho la mexicana o la argentina. Ventajas de dominar el mundo, de momento. He leído que hay sesenta millones de chinos estudiando piano, supera eso Tío Sam. A la tía Mari y a mí nos gusta que Pedro tenga una amiga o una novia o una lo que sea pero americana. Me imagino una rubia espigada, desenvuelta, probablemente natural de Iowa. “Técnicamente perfecta, como la mujer americana a los treinta y cinco años” decía uno. Creo que era americana la que una vez en la calle me preguntó por una dirección. Me quedé mirando al horizonte, pensando en el camino más corto y también, lo reconozco, en que igual se había dirigido a mí por alguna razón especial. Cuando me volví para contestarle ya le estaba preguntando a otra persona. Son muy resueltas. Pero la rubia americana es un cliché, podría ser negra, why not? No negra, negra como Michelle Obama sino café con leche como Whitney Houston. Qué guapa era Whitney, por dios. No se podía ser más guapa. Nariz respingona, ojos achinados, piel de melocotón (intuyo) y encima cantaba. Ahora parece que hace actuaciones virtuales, no hace en realidad. La mala vida y la droga. O, en plan vehemente, la puta droga.
—Habla bien que no cuesta nada —diría la tía.
—Es que me puede el corazón —contestaría el sobrino.
—Ay, el corazón, es cosa de familia, a veces nos pierde el corazón —piensa la tía Mari y el narrador lo escribe porque es omnisciente, todo lo sabe y cuenta lo oportuno, y si lo hace mal es un falso profeta; pero si lo hace bien... si lo hace bien es Dios.

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