viernes, 6 de noviembre de 2020

Asediados

“I feel it in my fingers, I feel it in my toes”, el maldito virus está en todas partes, como el amor en la canción de Los Troggs (Love Is All Around, 1967). Por cierto, la movilidad se justifica por dos de las tres cosas que hay en la vida, salud y dinero (o sea trabajo), ¡falta el amor! Muy ligero he empezado, pero hay que quitar hierro. Pienso en algunas personas a las que no va a afectar la pandemia, porque ya no están. A mí mismo me llega tarde, sin estar muerto. Me afecta, cómo no, pero no me puede agobiar como lo han hecho antes otras circunstancias, estoy vacunado contra este agobio. Peor sería una guerra. Peor es una guerra ahora mismo en muchos sitios. El toque de queda, una medida sanitaria, y van algunos y protestan quemando contenedores. El motivo, supongo, es que no les dejan salir a divertirse por la noche. Tienen casa, vestido, comida, y diría que hasta dinero en el bolsillo. Y sanidad pública. ¿Qué ha fallado? La educación; la solidaridad y los valores. Lo digo sabiendo que hasta estos tienen su cuota de razón, y que nadie la tiene del todo, ni Angela Merkel. Todo esto es algo que da qué pensar; los tiempos, la esencia de la sociedad humana, la fugacidad de la vida. Es complicado. Me ha llamado la atención la expresión “municipios colindantes”. “Co-lin-dan-te” es una palabra musical, suena a campanilleo; pero podrían haber dicho “municipios vecinos”. Esto me recuerda algo que le leí a Ursula K Le Guin: en inglés las palabras de una o dos sílabas son la inmensa mayoría. Luego están las de tres, más especializadas, pero comunes, y luego las de cuatro o más, que suelen requerir para su uso de un profesor universitario. En español la tendencia es la contraria. La prosa castellana es más pesada, está cargada de polisílabos. Me estoy yendo por las ramas. Una cosa sobre los gestores de la pandemia, los políticos. No creo que sea un colectivo mucho más desastroso que otro cualquiera; los panaderos, por ejemplo. Lo bueno de los panaderos es que no nos gobiernan. Ni a los panaderos les sale siempre bien el pan, ni los políticos se equivocan siempre. Y sobre Angela Merkel; que quede claro, Angela, te admiro.

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