viernes, 30 de octubre de 2020

Uñas

Se habla poco del corte de uñas, y no deja de ser un tema de interés general. A todo el mundo le crecen y todo el mundo tiene que cortárselas, o morderlas (o ir a la manicura). Ayer me las corté. Lo hice en el balcón para que los recortes no se perdieran en el sofá o en la alfombra. Ahora uso el cortaúñas; pero antes, con más estrés, a menudo utilizaba unas tijeras de electricista; al modo espartano. Suelo empezar por las uñas de la mano derecha, manejando el cortaúñas con la izquierda, o sea con la torpe, la menos diestra. Así dejo lo fácil para el final. Luego los pies; ya tocaba, aunque sus uñas, como es sabido, crecen más despacio. Estoy moderadamente orgulloso de mis pies, por comentar. De tamaño standard, un cuarenta, no padecen ninguna malformación, callo o similar. Suficiente para estar satisfecho, pienso. Dicen los podólogos, por cierto, que las uñas de los pies cumplen una función muy importante (sea cual sea). Las de los dedos más pequeños me inquietan. La uña tiende a curvarse, siguiendo la forma redonda del dedo, y entre eso y su tamaño no es tan fácil cortarla Cuando terminé, recogí los recortes, esas medias lunas de queratina que diría el poeta, y los tiré a la calle. Igual hice mal, en todo caso es un residuo cien por cien orgánico y natural. Esta mañana, en la cama medio dormido, he notado algo anómalo; hay una uña más larga. No acabo de entenderlo, igual es un sueño; pero no, es la uña del dedo índice de la mano izquierda, ayer me la salté. No sé si preocuparme, ¿me estoy diciendo algo a mí mismo?, ¿cómo se me pudo escapar? Para confesarlo todo, me había pasado antes, no recuerdo si con la misma. De momento la dejo así, una uña más larga puede que hasta tenga su utilidad (pelar una mandarina, rascarse la oreja, utilizarla como arma defensiva). Y me he dado cuenta de que estoy desarrollando una especie de gesto reflejo: cuando me quedo pensativo tiendo a frotar el filo de esa uña con la yema del pulgar adyacente.

No hay comentarios: