martes, 15 de abril de 2025

Soledad metafísica

    Aunque estemos rodeados de gente, vivimos una soledad metafísica. No puedo estar más de acuerdo. Lo he leído a cuenta de una obra de teatro (no voy nunca, lo siento). Lo dice una autora o actriz, mis disculpas por no nombrarla, aunque la frase tampoco será suya del todo, supongo (disclaimer: nada que escriba en este blog es mío del todo).
    Es que lo de metafísica me ha llegado, no es broma, me parece que retrata esa soledad que a poco que lo pienses es la que sobrellevamos todos. O no sobrellevamos en realidad, porque somos así; esa es nuestra naturaleza, estar solos el noventa y nueve por cierto del tiempo, o el cincuenta, igual me estoy equivocando de enfoque.
    Incluso cuando hablamos con alguien estamos solos, ese alguien solo en su ser y yo solo en el mío, intercambiando mensajes cifrados por medio del lenguaje, de la mirada, la postura, quien sabe si de la telepatía. Mensajes que comprendemos más o menos o comprendemos al revés o no comprendemos en absoluto. Y es una soledad tan pura que transciende la física (y la química). Nos pasamos la vida en soledad, presos al fondo de la celda de la conciencia de cada uno.
    En soledad dormimos, aunque otro ser humano respire a nuestro lado, en soledad hacemos nuestras abluciones (espera que lo miro… ok, es correcto, más o menos, en sentido figurado), en soledad vamos y venimos en nuestros quehaceres diarios, en soledad leemos, en soledad cruzamos puentes, en soledad viajamos en autobús, en soledad masticamos el bocadillo de la vida; en soledad pensamos, en soledad somos. Dicho en cuatro palabras: vivimos una soledad metafísica, intrínseca al ser; así me ha parecido y lo mismo es un disparate.

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