sábado, 29 de noviembre de 2025

Diversas índoles

    Responde Mariscal, el artista, a una pregunta diciendo que cuando se pone a reflexionar se queda dormido. Dice también que es disléxico, que casi no sabe ni sumar; lo que demuestra que se puede vivir, ser razonablemente feliz e incluso triunfar en la vida —triunfar siempre entre comillas— de muy distintas maneras.
    Son muchos los modos de estar en el mundo; en un arrebato diría que infinitos, pensándolo con tranquilidad, hay tantos como seres humanos. Si partimos de una visión general de las cosas, la vamos ajustando a nuestro caso, la apuramos al máximo, la estiramos, la hervimos y la pasamos por el alambique personal de cada uno obtendremos nuestra manera única, exclusiva de ser y estar.
    En una película dice un personaje que le gusta leer y otro le contesta algo así, Aha, así que te gustan las palabras puestas en fila, una detrás de otra. A mí me gustan desordenadas, varias a la vez en un cierto caos. Eso dice y tal vez se trate de otro tipo de dislexia, pero no tiene por qué ser algo negativo, un defecto o una disfunción; igual es la forma ideal de ver las cosas. Si la dislexia es un trastorno, no ser disléxico puede ser otro.
    Siempre he estado por el orden, los números que cuadran y la palabra pertinente, pero comprendo que hay otros puntos de partida, y que cada forma de masticar la existencia es solo una entre otras muchas; como la de Mariscal o la del personaje de las palabras desordenadas. La película, por cierto, es “Amor en Oslo”, está llena de colores, luces, sombras y diálogos y transcurre en agosto, en Oslo; en esa ciudad en la que, para decirlo todo, ahora en noviembre debe de hacer un frío que pela.

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