¡Qué sabia es la
naturaleza! No nos cansamos de repetirlo, y es verdad, en cierto
modo. La naturaleza es la vida que se aferra al planeta, y que tiene
un solo objetivo: perpetuarse. A ello se dedica sin contemplaciones.
Parece que es mejor ser que no ser. De la sabiduría popular: para
los animales (para nosotros) la vida es una enfermedad mortal de
transmisión sexual. Hablo y divago porque no sé hacer otra cosa.
Observando, en un documental, al armiño, al alimoche, al oso, al
mirlo acuático, al corzo, al lobo y al lirón, me congratulo de no
ser ninguno de ellos. ¡Qué dura y cruel existencia! Por
comparación, aún con su vida de perros, los ídem viven como
faraones cuando son nuestros amigos. La vida natural sigue y las
especies sobreviven, manteniendo siempre un difícil equilibrio.
Nosotros (me incluyo, aunque no he aportado nada) nos hemos impuesto
a (casi) todas las otras especies, y campamos orgullosos y abusones,
estirando nuestra existencia particular todo lo que podemos. Y todo
lo que podemos, sea cuanto sea, es algo limitado. Por mucho que se
alargue la vida de cada espécimen (tú eres un espécimen y yo soy
otro), esta es finita. El paso del tiempo (con el general invierno al
mando), o la falta de alimento, o las enfermedades, o algo que aún
no hemos descubierto, acabará con cada uno de nosotros. Porque cada
individuo es solo un eslabón de la cadena. Por eso, puede que
lleguemos a ancianos (ojalá) y puede que haya épocas, esta por
ejemplo, en que la sociedad, envejecida, tenga medios para mantener
con vida a sus mayores desvalidos (nuestra sanidad pública, bendita
sea). Mantenerlos con vida hoy y mantenernos
con vida mañana; suena duro, pero es así, y llegarán días en que
mueran (o muramos) más o menos en masa, por pura lógica natural,
como si fuéramos delfines varados en la playa. Y entonces nos dolerá
(nos duele) y nos asustará (nos asusta) y buscaremos alguna
explicación, ¿cómo ha sido posible? Aún ignorándolo casi todo,
así es como lo veo: es la naturaleza, somos así,
siempre lo hemos sido y siempre lo seremos. Quiero decir lo son y lo
serán, los que ya nos están sucediendo y los que nos sucederán. Y ellos también pasarán. Es un drama, sí, pero es el viejo drama de
la vida.
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