jueves, 2 de abril de 2020

Nada será igual-igual

Hoy el ordenador me ha obsequiado con una vista de Andrómeda, la galaxia espiral más cercana (cercana, ya me entiendes). Contemplar Andrómeda es también tomar conciencia del lugar que ocupamos en nuestro rincón de esta otra galaxia. Es un sarcasmo que nosotros, la pelagra de la Tierra, estemos afectados por un virus. Quizás el virus a su vez padezca la invasión de un picoorganismo. La luz de la mañana entra por la ventana y oigo un ra-ta-ta-ta que viene del radiador. Tenemos agua corriente, agua caliente y conexión a internet. Y el frigorífico lleno. Los expertos y los no tan expertos empiezan a hablar del día después, del cambio que viene. Ya nada será igual... Soy escéptico (y no-experto consumado). Todo será igual; o, visto de otra forma, nunca nada es igual. Cambiar es la esencia del tiempo. Un instante sucede al anterior porque algo (todo) ha cambiado, los átomos se han movido. Es que no pueden estarse quietos. Cuando cese el cambio, cuando nada se mueva, se acabará el tiempo y quedará el instante eterno del cero absoluto. La fría nada sin testigos. Mientras exista el tiempo, nunca jamás nada será igual. Así es nuestra historia en la Tierra, este lugar tan pintoresco de esta galaxia muy, muy lejana. Nada fue igual después del descubrimiento del fuego. Nada fue igual después de la invención de la imprenta. Nada ha sido igual después de cada pequeño paso para el hombre y de cada gran salto para la humanidad. “Viene el cambio”... no exactamente, “sigue el cambio” sería más preciso. Cuando esto pase nada será igual, pero menos. Esta pandemia es diferente solo porque es la primera del mundo global. Esperando paciente tenemos al cambio por excelencia, el cambio climático. Por otro lado, la naturaleza humana posee su propia inercia. Una anécdota ilustrativa (ya la conté el 14 de agosto de 2008): La escritora Carson McCullers se había separado de su marido Reeves en 1940. En 1945, cuando Reeves regresó de la guerra, le pidió que se casaran de nuevo. Carson se lo pensó y consultó a varias personas, entre ellas a su psiquiatra, que le dijo: "En lo esencial, los hombres no cambian por una guerra". Uno va a la segunda guerra mundial y vuelve igual (en lo esencial). El hombre sigue siendo el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y quien dice dos, dice diez.

No hay comentarios: