lunes, 27 de enero de 2025

Extraño en el paraíso

    Las canciones, como nos gustan; esta por ejemplo: Extraño en el paraíso. Es una canción antigua, de un musical, Kismet, que se estrenó en 1953. Luego fue película, no muy buena. La letra, coge mi mano, soy un extraño en el paraíso… es de esa obra, pero la música es anterior, es de Alexander Borodín, compositor ruso del XIX. La melodía es soñadora y melancólica y el título alude a un sentimiento conocido, la extrañeza de vivir, y añade el dato, esperanzador, de encontrarse en el paraíso. Sí, así me siento a veces, un extraño en el paraíso.
    Dijo Martin Amis; la vida es una obra cómica hasta la inevitable tragedia del quinto acto. De acuerdo, en parte; la única tragedia de la vida es la muerte pero, por desgracia, suele aparecer, aquí y allá, desde el principio de la representación. Todo lo demás no tiene importancia, estoy simplificando, o sea exagerando.
    La vida no es una función. No sabemos lo que es, digamos que es una performance sin ensayo previo. Tomamos parte en ella como testigos y como actores. Soy un testigo atónito, que no acaba de creerse lo que está viendo, que siente esa extrañeza de vivir. Apuesto a que se ha escrito mucho sobre ella. Se lo pregunto a Google y salen 756.000 resultados. La extrañeza de vivir, lo extraño que es vivir, la profunda extrañeza de vivir, y en séptima posición Lo raro es vivir, la novela de Carmen Martín Gaite (en el centenario de su nacimiento). La tengo que leer.
    Paralela a esa sensación de testigo mudo y privilegiado está la otra, la de ser el actor que interpreta un personaje que resulta que eres tú. También esto es extraño, no sé quién es ese personaje, no sé quien soy, un impostor, probablemente. Empezando por el nombre que no he elegido, que a ratos me es ajeno, que no dice nada de mí, que solo es una convención. Pero el show debe continuar o más bien el show continúa ineludiblemente y me digo, pon algo de tu parte, mejor aparecer amable que mezquino; y también, fíjate en todo, puede que seas un extraño pero, al fin y al cabo, estás en el paraíso; así que fíjate, que no se te escape la belleza, aunque duela.

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