viernes, 14 de febrero de 2025

El Show de Whoever

    Si hay algo en lo que estamos todos de acuerdo es en que un día moriremos. De acuerdo, estamos; pero saberlo, saber que vamos a morir, no soy tan sabio. Lo supongo, lo asumo, pero saber, lo único que sé es que estamos vivos. Así lo pienso, aquí estoy, vivo, y una voz interior me dice, ¿y si no lo estás?, ¿y si estás soñando? Entonces —me respondo— sería un muerto que sueña que está vivo. En la práctica no veo la diferencia.
    Esto de que todo es un sueño me recuerda una idea que solía acariciar. No sé cómo llamarla, no quiero llamarla fantasía, se trata de una posibilidad muy remota pero que no descarto del todo, porque cualquiera sabe. Digamos que es una teoría. Muchos años después de que se me ocurriera, un tal Andrew Niccol escribió un guion que se basaba en mi idea, aunque él no lo sabía. Me refiero a la película El Show de Truman. Como homenaje mutuo he titulado este texto El Show de Whoever.
    Mi teoría es esta: tú vives tu vida pero todos los que te rodean son actores o robots no humanos. Lo he escrito en segunda persona por falsa modestia. La diferencia con la película es que en aquella el escenario era un plató y todo estaba perfectamente explicado y en mi versión el mundo aparente no existe, el escenario abarca todo el planeta y no hay ninguna explicación lógica. Nueva York, por ejemplo, Nueva York solo existiría para ti, para escenificar las noticias neoyorkinas de los informativos que veas, o para las películas que se han rodado allí. Si un día, por un casual, decides ir en persona a Nueva York, los escenarios por los que te muevas irán cobrando vida a medida que los visites: la estatua de la Libertad, la Quinta Avenida, el puente de Brooklin; incluso el Bronx, si se te ocurre ir a pesar de las recomendaciones. Resumiendo: según esta teoría la vida florece ante ti, en apariencia, y se desinfla a tus espaldas.
    Esta es la idea que acariciaba cuando era infeliz e indocumentado y desde entonces cada vez me ha ido pareciendo menos factible y más tirando a disparatada paranoia egomaníaca. Aún así, de vez en cuando me sigo dando la vuelta de improviso para ver si sorprendo a algún actor en fuera de juego o a miembros del equipo desmontando un escenario, pero tengo que reconocer que hasta ahora no he visto nada raro.

No hay comentarios: