Tenía un conocido gran admirador de Borges. Tenía todo lo que había publicado e iba adquiriendo lo que salía. Cuando Borges murió me confío su descanso; ya su obra era cerrada, abarcable, se podía desentender de las novedades ya que no escribiría nada más... Me decepcionó claro. Precisamente el paraíso de Borges era una biblioteca infinita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario