miércoles, 15 de agosto de 2007

Distintos.

Parece ser que en Japón es de mala educación decir que no... Un japonés que inclina la cabeza sonriente puede que esté pensando algo de este estilo: "La verdad me caes muy gordo y ni en mil años accederé a lo que me pides, pero sonreiré hasta que me salgan agujetas en los músculos de las mejillas". Lo que quiero decir es cuantas cosas hacemos porque así se hace en nuestra cultura. Las distancias físicas que mantenemos en una conversación, todos los gestos, las miradas, el tono de voz. Todo son códigos aprendidos. Cuantos malentendidos surgen cuando interpretamos erróneamente signos que para el otro significan otra cosa; solo por el hecho de ser de otro país, o del pueblo de al lado sin más. Hay mil formas de comportarse, y ninguna es la mejor.

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