sábado, 6 de febrero de 2021

Todos los momentos

El presente es, poniéndonos en plan estricto, un instante que se va renovando de modo vertiginoso. Este presente oficial me marea, no puedo con él. “El instante es un tiempo sin tiempo”, dijo Kierkegaard. Un tiempo sin tiempo es nada, digo yo. No estoy a gusto con el instante, porque cada vez que lo quieres atrapar ya se ha esfumado. Un instante viene a ser el reverso del infinito, y ni tanto ni tan calvo. Por eso, aunque soy consciente de que pierdo en rigor intelectual, he decidido olvidarme del instante. Lo científico sigue siendo el instante, pero es tan breve... No sé si Kierkegaard habló alguna vez del momento (nota mental, preguntar a F&C). El momento es un tiempo también muy pequeño, pero factible. En una estimación personal y subjetiva diría que la duración del momento está entre uno y tres segundos. En un momento caben sin problemas una mirada, una pregunta, una bofetada, un gol, un beso o una frase musical. El presente sería entonces una sucesión de momentos, igualmente vertiginosos, pero menos. La vida pasaría de ser un conjunto infinito de instantes a uno finito de momentos paladeables. Por otra parte, este momento concreto en que estamos ahora mismo, siendo como es de rabiosa actualidad, no tiene, si lo pensamos, nada de especial. Momentos similares, mejores y peores, brillantes y opacos, felices e infelices, los hay a miles en la vida. Quiero denunciar aquí la tiranía del momento presente, de ese “yo” de ahora mismo, que es pasajero, efímero, y que un día, cuando todo esté dicho y hecho, no tendrá mayor relevancia. De alguna manera, cada uno de nuestros momentos, los que hemos vivido y los que aún nos quedan por vivir, vale tanto como este de ahora mismo, particular, único y, sin embargo, corriente y vulgar; y que ya es otro distinto al del principio de este escrito. Seamos prácticos, seamos demócratas, seamos más que humanos; consideremos nuestra existencia como un caleidoscopio de muchos momentos que han sucedido y que sucederán (I hope), y sintamos todos ellos en igualdad de condiciones, cada uno perenne presente. Eso quiero ser, el suceder simultáneo de todos mis momentos, que se reivindican iguales ante las leyes de la naturaleza y ante el engaño del tiempo.

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