miércoles, 3 de febrero de 2021

Una ventana al mundo

He oído que en los países nórdicos no ponen cortinas en las ventanas. Una vez estuve en Copenhague y no me fijé, la verdad. Se entiende que allí quieran que entre en casa toda la luz que sea posible. También es estupendo que, en apariencia, no tengan nada que ocultar y que, además, no sean vergonzosos. Igual es la mejor forma de prevenir el voyeurismo. Si ya, de por sí, nadie oculta nada, para qué andar espiando. Tampoco me parece que, en otros sitios, detrás de las cortinas pase nada del otro mundo; aunque vergonzosos, somos; algunos. Había pensado escribir esto como preámbulo de algo, pero me he quedado en blanco... Ah, sí, ya me acuerdo. Es una fotografía que he visto en el periódico. La prensa tradicional tiene, al menos, una ventaja sobre el móvil o el ordenador: el toque slow que se consigue. Te sientas en la sala y vas pasando hojas y leyendo lo que te interese, sin mayores agobios. También es mejor para la vista, frente a las pantallas, aunque la letra cada vez me parece más pequeña. Importante la luz natural, y si el día está gris se abre la cortina (ahí quería llegar). Cada vez más el periódico es un descanso del ruido mediático, del insoportable cacareo de las redes sociales. Si algo sobra en el mundo son opiniones desinformadas, que son casi todas. En un periódico decente todo viene más ordenado, aunque esté pasado por un filtro, coloreado por la línea ideológica que sea. El periódico siempre te da algo en qué pensar. Hoy viene una foto de un funeral en Jerusalén. Es el de un rabino de 99 años contagiado del virus. Se ve una multitud de judíos ultraortodoxos, todos varones y vestidos con sus ropajes negros, sus sombreros de ala ancha, sus barbas y sus tirabuzones. No me parece mal, de todo tiene que haber; el mundo es ansí, que dijo Baroja. Una observación: ¿por qué esa vestimenta específica?, ¿por qué esos sombreros? Supongo que se dan perfecta cuenta de que es una elección totalmente aleatoria y lo mismo podrían llevar boina. Me llama la atención esa comunidad, con muchos jóvenes, dedicados al estudio de un único libro, la Torá, que contiene, al parecer, las instrucciones precisas de cómo vivir en este mundo. Qué bien si fuera así de fácil.

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