sábado, 19 de junio de 2021

De la humildad

    Soy un ladrón de frases. Le he birlado una a un columnista del periódico. No lo nombro porque al fin y al cabo la frase tampoco es suya, y también por un poco de envidia que le tengo. Él atribuye la frase a Mao, dice que viene en “El Libro rojo”. “El Libro rojo” en realidad se titulaba “Los pensamientos del presidente Mao”. Como era Mao escribía lo que le daba la gana, su revolución había triunfado y lo que decía iba a misa (y el pueblo lo leía y se lo aprendía de memoria). Basta de suspense, la frase es, más o menos, esta: “No exageres tu humildad, no eres tan importante”.
    Fue leerla y acordarme de Borges. Borges era un ejemplo de humildad exagerada; lo estoy viendo sonriendo de oreja a oreja, abrumado por los elogios. Claro que en su caso no se le podía reprochar, él sí era importante.
    He ojeado el libro y no he encontrado la frase. No la he encontrado, en general, por ningún lado, ni atribuida a Mao, ni atribuida a nadie; a ver si va a ser del columnista envidiado. En lo que sí insiste Mao es en condenar la arrogancia y en aconsejar la humildad. Bueno, entre líneas lo que se entiende, de acuerdo con el espíritu del libro, es que si no eres humilde, si eres arrogante, el ejército del pueblo hará muy bien en ponerte en tu sitio, sin descartar en principio el fusilamiento.
    Me gusta la frase, sibilina como es. Por un lado apunta al hecho de que cuanto más reconocido (por sus obras) es alguien, más probable es que se muestre humilde (y menos mérito tiene que lo sea). Pero la máxima solo es válida si nos la aplicamos a nosotros mismos. Aplicada a un prójimo es un doble insulto, es ponerse faltón; le venimos a decir que su humildad no es sincera y que se cree más importante de lo que es. Auto-aplicada nos recuerda que hay que ser humildes y a la vez discretos; y que no somos nada importantes, eso desde luego.

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