lunes, 8 de noviembre de 2021

Berta

    Te has hecho mayor cuando te das cuenta de que en lo que te queda de vida no te va a dar tiempo a leer todos los libros que tienes en casa (tampoco es que te estés aplicando en la tarea). Ampliando la perspectiva, tengo la impresión de que hay demasiadas obras maestras. Hay más autores brillantes de lo razonable en nuestra pequeña escala humana. Si contamos los no brillantes la cosa ya se desmadra absolutamente. Ya puestos, escritores somos todos los que sabemos escribir, y lo han sido también todos los alfabetizados de la historia.
    Lo más gracioso, si fuera gracioso, es que en un futuro que llegará después de veinte o treinta cambios climáticos, nadie sabrá de Shakespeare ni de Stephen King, ni quedará una sola palabra de sus obras. Puede que en unas excavaciones arqueológicas se encuentre, en un cajón milagrosamente preservado dentro de un mueble de cocina datado en la remota antigüedad en la que aquellos tarugos, que somos nosotros, quemaron alegremente los combustibles fósiles, se encuentre, digo, un buen fajo de papeles en un idioma desconocido y que, después de varios siglos de darle vueltas, se descifren y se descubra que son listas de la compra y notas manuscritas dirigidas a Jorge firmadas por una tal Berta; aunque estos conceptos, lista de la compra y nota manuscrita serán para entonces solo medio entendidos por los especialistas.
    Con el tiempo se publicarán traducciones con muchas notas a pie de página y los expertos ensalzarán a la autora con la que empezó todo, la mítica Berta, que dejó constancia de toda una época y la retrató con maestría. Aunque habrá estudiosos que opinen que Berta solo es un nombre inventado más tarde y que los textos son en realidad obra de diferentes autores.

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