jueves, 2 de diciembre de 2021

Vecinos

    Las vidas de los otros son territorio desconocido que exploramos con la esperanza de entender un poco mejor el mundo. Lo mismo pasa cuando recorremos, embargados por una emoción un tanto morbosa, una casa ajena en ausencia de sus moradores. De eso va el cuento “Vecinos” de Raymond Carver. Se trata de una pareja que queda a cargo del apartamento de al lado, de regar las plantas y dar de comer a la gata. El primer día el marido se pone a husmear en el piso, y en el baño, dentro del botiquín, encuentra un frasco de píldoras con una etiqueta que dice: “Harriet Stone, tomar una al día”. Entonces Bill, el que husmea, se mete el frasco en el bolsillo; así, por las buenas.
    Pensé al leerlo que aquel gesto tenía que ser significativo en la narración. Por un lado, algo le pasa a la vecina: tiene alguna enfermedad, toma tranquilizantes o son solo vitaminas o quizá anticonceptivos. Luego está el hecho de que Bill se guarde el frasco. Todo parece indicar que estamos ante un ejemplo del principio del arma de Chéjov: si haces aparecer una pistola en el primer acto alguien tendrá que dispararla en el último; y el corolario, la enseñanza para aprendices de escritores, si no sucede así es que ese elemento narrativo sobra; si es teatro no des trabajo en balde a los de atrezzo o, en general, no cuentes cosas que no sean pertinentes. Así que uno lee, de buena fe, el resto del relato esperando el disparo, que pase algo a cuenta de las píldoras; pero resulta que no, el cuento progresa adecuadamente, termina con un truco efectista y del frasco no se supo más.
    Hay dos posibles explicaciones. La primera es la de Billy Wilder: nadie es perfecto; o Carver lo dejó pasar o a mí se me escapa algo. La segunda es otro hecho bien conocido y a la vez inquietante para los admiradores de Carver. En este segundo supuesto el responsable sería Gordon Lish, editor y amigo personal del autor. Lo resumo en un titular: El minimalista era Lish, no Carver. Raymond Carver confió plenamente en Gordon Lish a la hora de editar sus cuentos. “Vecinos” está incluido en su primer libro. En esa época Carver era alcohólico en ejercicio. Lish vio el potencial de sus escritos y lo que hizo, más que peinarlos, fue eliminar greñas a tijeretazos. Lo de las píldoras sería un mechón que quedó suelto.

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