sábado, 9 de abril de 2022

La semilla

    Philip Roth debió de ser un brillante escritor y un muy inaguantable mujeriego, o sea lo que me hubiera gustado ser a mí, de alguna manera. Quiero decir... empiezo a odiar los “quiero decir”. En inglés la palabra es womanizer, que no sé si tiene connotaciones de algún tipo. “Mujeriego” en castellano sí las tiene, negativas, me parece. Dice el diccionario: mujeriego, aficionado a las mujeres; no puede haber nada más inocente. En un sentido general, amplio, de consenso, sin ánimo de ofender a nadie, a un hombre le gustan las mujeres y a una mujer le gustan los hombres y todas las otras posibilidades son igualmente respetadas, comprendidas y admitidas.
    Inspirador el cuestionario mutuo del comienzo de “Engaño” la novela de Roth. Son las preguntas que se hacen, con espíritu lúdico, dos amantes al comienzo de su enamoramiento; una antología de las situaciones probables que se pueden dar en una relación de pareja, un interrogatorio que podemos aplicarnos en primer lugar a nosotros mismos. Las preguntas nacen de la larga experiencia de Roth con las mujeres, aunque me he fijado (cosa que no hago siempre, fijarme) en que todas son un tanto a la defensiva, cada una contiene la semilla de una posible futura separación.
    No me cabe duda de que Roth las enamoraba por su talento más que por su físico, sin ser este desagradable ni nada de eso. Era un tipo alto, delgado, de nariz prominente, tez oscura, cabello negro en retroceso, cejas pobladas y mirada penetrante. Un hombre seguro de sí mismo y un mago de las palabras. También, sospecho, un hombre impaciente con las personas que no estuvieran a su altura intelectual, fueran del género que fueran. Por eso no pasaría mucho tiempo antes de que le pusiera de los nervios alguna particularidad del carácter de la mujer con la que había estado dispuesto a fugarse. Supongo que en el fondo deseaba que cada romance le durara toda la vida pero tarde o temprano alguna de las semillas encapsuladas en las preguntas del cuestionario germinaba y él mismo se volvía insoportable.

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