sábado, 23 de abril de 2022

Triste es prohibir

    Me dejé una frase famosa de mayo del 68. Valoré ponerla pero desistí por dos motivos. Uno, ya había citado dos y tres es multitud. Dos, la propia frase me generó dudas. La “frase” es está: Prohibido prohibir. Es una frase, supongo, aunque no le vea el sujeto, una admonición, un aforismo y también una especie de oxímoron. Me recuerda la paradoja del mentiroso que dice que él siempre miente. Esto es, si un mentiroso dice que miente no es un mentiroso porque dice la verdad pero si lo que dice es verdad es que en efecto es un mentiroso. Catch 22, el término que acuñó Joseph Heller, el callejón sin salida.
    Por eso dudé con “prohibido prohibir”, que no sé si llega a frase o es otra cosa, algún tipo de embutido gramatical. Empiezas a darle vueltas y te entra cierta angustia, no se puede prohibir porque al hacerlo estás prohibiendo, pero el caso es que los que prohíben son odiosos y estaría bien que les aplicaran su propia medicina y se les prohibiera prohibir pero entonces seríamos como ellos y todos nos volveríamos odiosos.
    La justificación que se me ocurre es que el “prohibido” habría que entenderlo como una forma alegórica de protesta y el “prohibir” final es el que lleva toda la carga negativa del verbo. O se podría aclarar la frase diciendo algo así “Lo único que debería estar prohibido es prohibir”, con la consiguiente pérdida de concisión e impacto poético.

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