miércoles, 21 de diciembre de 2022

Extrañas en un tren

    No hace falta ser un aventurero para que pasen cosas. Basta con salir de casa para que algo llame tu atención y te sorprenda. O es que soy muy inocente, que también. El otro día volví a casa en tren. Me senté junto a una ventana y me puse a leer. En la siguiente estación se sentaron a mi lado, cargadas de bolsas, una señora mayor y su nieta. La abuela junto a mí, la chica frente a ella. No tenía más remedio que oír su conversación.
    La señora estaba contenta porque ya había hecho las compras de Navidad. La chica, en las miradas oblicuas que le dediqué, me pareció que tendría poco más de veinte años. Iba sin maquillar, con coleta, abrigo, jersey y pantalones vaqueros. A la abuela, como la tenía al lado no llegué a verle la cara. A una de estas pregunta la abuela:
    —Y qué, ¿ya estás contenta con lo que estás estudiando? —buena pregunta, y señal de la confianza que se adivinaba entre ellas y que me reconfortó.
    —Sí —le contesta la nieta—, mira el otro día, qué gracia, le pregunté a la profesora a ver si era verdad que cuando abres un cráneo y sacas el cerebro… —no sé a la abuela, a mí ese comienzo me alarmó— ...le pregunté a ver si es verdad que después ya no puedes volver a meter el cerebro en su sitio porque ya no cabe, y lo que hacen —en las autopsias, deduje— es colocarlo en la cavidad del tórax.
    La abuela, con naturalidad, apuntó que sería porque se hincha, ¿no? El cerebro está ahí apretado dentro de la cavidad craneal y al extraerlo se expande aliviado y ya no hay forma de volver a meterlo. Así que lo ponen en el tórax, no dio más detalles. La profesora, la supuesta experta, no lo sabía, tenía que consultarlo.
    No deja de sorprender que alguien tan joven estudie algo así. Tuve ganas de apuntar: ¿CSI?, pero no lo hice, no podía traicionar mi camuflaje de lector ferroviario. Rio un poco la abuela y prosiguieron su charla con temas más cotidianos hasta que se bajaron. Me gustó verlas, abuela y nieta comentando semejante cosa y unidas por un vínculo casi visible de cariño.

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