martes, 9 de enero de 2024

Reconsideración

    Al empezar un nuevo año parece que es oportuno pararse un momento y reconsiderar. Ya no se trata, llegada una edad, de que haya que decidir grandes cosas. Suele pasar que la vida, una vez encarrilada, transcurre por la carretera que hayamos tomado sin mayores sorpresas, pasando de largo casi siempre por los sitios, sin detenernos ni siquiera para echar un vistazo en ese afán humano de tirar para adelante y trasladar nuestras expectativas a otro lugar más lejano, como hemos hecho siempre desde que de niños nos montábamos en los caballitos y apenas dada la primera vuelta ya estábamos deseando pasar a la siguiente atracción; que por eso se llaman así, porque atraen (larga me ha salido la frase).
    Lo que tienen los años es que cada uno pasa más rápido que el anterior; como los trenes de ahora respecto a los de nuestra infancia, hasta el punto de que ya es imposible coger uno en marcha —ni bajarse en realidad— sin descalabrarse. O sea, que estamos más o menos atrapados pero contentos; qué remedio.
    Mi experiencia de la vida es limitada, como la de casi todos —me consuelo—. Además diría que ya me han pasado casi todas las dichas y desdichas que me tenían que pasar y que seguramente ya he escrito en este blog más que nada casi todo lo que tenía que escribir. Mis propósitos para el nuevo año son por tanto humildes y como dijo el del chiste: virgencita que me quede como estoy, que lo que tenga que ser sea —aunque nada tenga que ser de por sí—; porque todo llegará, todo caerá por su propio peso y solo confío en que no me caiga encima; es una manera de decirlo. Que el año nos sea leve.

No hay comentarios: