miércoles, 3 de enero de 2024

Sin nombre todavía (1)

    Querido niño todavía sin nombre, te escribo estas líneas antes de que hayas nacido (nasciturus te llamaría un notario). Se espera que lo hagas para la primavera, la estación correcta. Justo cuando todo cobra nueva vida tú serás bienvenido sobre la Tierra.
    Tema peliagudo ese del nombre. Entre los Derechos del Niño está el de tener una identidad pero no queda claro lo del nombre. Se me ocurre que teniendo en cuenta la importancia de llamarse Ernesto, o lo que sea, una posibilidad sería asignarte un nombre provisional, algo aséptico que no comprometa demasiado, y esperar a que seas tú mismo quien elija otro de tu gusto más adelante (como se hace a veces en cuestión de religión). Otro escenario sería que la IA —que puede llegar a dominar el mundo, no lo descartemos— decidiera cuál es el nombre adecuado para ti basándose en algoritmos pertinentes a tu felicidad.
    Pero seamos realistas, querido niño, te van a poner un nombre y no podrás hacer nada para evitarlo. Tampoco podrán los responsables de ese atropello —con cariño lo digo— impedir que llegado el momento te lo cambies. Si lo haces significará que tienes, o tendrás, personalidad suficiente. O igual te aferras a ese nombre impuesto, sea por inercia, por gusto o por respeto y amor a tus mayores. Eso también estaría bien; a veces lo más rompedor y rebelde es creer en la familia.

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